arrancando los últimos restos de mi tonto corazón. Dejé el vestido que sostenía en una silla c
conteniendo finalmente se liberaron, sacudiendo mi cuerpo en grandes olas silenciosas. Él había tomado toda nuest
caja de música de mi padre y dejar e
eso hacia la gala que se celebraba en el gran salón de baile del
una mano salió disparada y me abofeteó con fuerza en la cara
uria-. ¿Te atreves a mostrar tu cara aquí? ¿Crees q
rdó silencio, sus ojos se volvieron
on la mejilla ardiéndome-. No
has estado viendo con él en secreto! ¡Eres una asquerosa buscona int
con los ojos desorbitados-.
a vuelta para irme, para escapar de esta humillación pública, pero
í? -pregunté, con
nte, una sonrisa petulan
a un susurro teatral-. Y quiero que lamas mis za
tan profunda, tan absolutamente degrad
on voz firme
ha
envuelto posesivamente alrededor de su cintura. Sus ojos eran fríos, y había una expresió
ordenó a sus g
ndome a arrodillarme. Luché, mi co
nada malo!
L
ó de nuevo, más
lpate!
sangre en la boca. Mi orgull
L
cabeza me d
no a mí, sino a Evelin. Le tomó la mano
e golpe. ¿Era esto
hizo un
stima por el
me heló hasta los hueso
o vale tanto como tus manos perfectas. -
n el estómago. El aire salió de mis pulmones en un gemido de dolor. Me d
é. A través de la neblina
metió la mano en el bolsillo y sacó la pequeña caja
lanceándola frente a mi cara-. Discú
mi voz ronca por la de
lo so
ue no cedía. No podíamos permitirnos un médico. Así que tomé la caja de música, mi posesión
a. No como un gesto amable, sino como una herramienta. Un arm
í. Me derrumbé en el suelo, una
me la garganta-. Siento haberte salvado. Sien
el rostro de Bernardo. Empezó a decir algo, pero
íaco. Corrió hacia el borde del salón de baile, donde había una gran exhibición deco
. Describió un arco en el aire y aterrizó en
í las manos en los cactus, sin sentir siquiera las espinas
ncuentre y la destroce por mí
trás. Caí de bruces sobre los cactus, las espi
e pateó en las costillas. Enrosqué mi cuerpo a su alrededor, tratando de pro
rancó la caja
o repugnante, la estre
nó en el repen
llada y las piezaszo de mi padre
último pedazo
do. Ojalá lo hubiera dejado m