el estómago de Jimena se contrajera. Se levantó de la cama, con el cuerpo adolorido por
asta lo alto de la gran es
lanco como si fuera la dueña, bebiendo una mimosa. Corne
on sus labios quirúrgicamente mejorados. "Ese Ferrari rojo está... co
El gesto fue tan casual, tan íntimo, que fue como un puñetazo en el estómago de Jim
mano con desdén. "Su cara era tan patética. ¿No podemos simplemente
su padre. Un hombre que había construido su vida sobre la integridad y
las escaleras. Una sonrisa maliciosa se extendió por su
plotó en un único y silencioso grito. Bajó las escaleras volando, con el
a en el sofá, sus mano
ornelio, poniéndose
do su cintura, inmovilizando sus brazos a los c
luchando contra él. "¡Es una
fá, con los ojos muy abiertos por un miedo fin
a ambulancia! ¡Te estabas riendo!
Cornelio!
ornelio, su voz tensa por la molesti
qué?", se
o ha
o. "Bien. Siento que tu papá
desprovistas de remordimiento, que Jimena dejó de
elio, como si eso resolviera t
ea entre niños, no como una confe
ojos de Jimena. Se volvió hacia Kenia. "Ken, si te disculpas de
e verdad siento que mi noche de diversión fuera tan inconveniente pa
se convertía en hielo. La vida de su padre. Puesta en l
un murmullo tranquilizador en su oído
ués de esto?". Se retorció en su agarre para enfrentarlo, con los ojos encendidos. "Esa cosa", escupi
su paciencia finalmente agotada. "Y
metido amar por el resto de su vida. "Era mi padre,
erá de vuelta. Si sigues con esto, no solo me estarás faltando al respeto a mí. Estarás faltando al respeto a su memoria.
la opinión pública. Amenazaba con profanar el l
. Lo miró a los ojos y vio que hablaba en serio. Haría cu
Su cuerpo se afl
alabra sabiendo a ceniza.
soltó, dándole una palmadita en el hombro como si fuera un perro desobedient
zado. No tenía idea de que a
escaleras. Entró en su habitación y cerró la puerta con llave,
ue a su clóset, al panel secreto detrás de los zapateros que su padr
ron la combinación. La caja fuerte se abrió con un
u padre junto al garabato extravagante de Cornelio. Recordó sus
poder necesita contrapesos. Esto asegura que sie
o. Con mano firme, tomó una pluma de su escritorio y firmó su no
u matrimonio. Según este documento, ella tenía derecho a
"Haré que paguen, papá", susurró a
o objeto. Un delgado celular desechable. Lo encendió. La pantall
abr
o para ella, había una copia perfecta y en alta definición del video que había tomado la
ra la gente común. Que el dinero y el poder
i
asegurarse de que Kenia de la Torre, Cornelio Valdés y cualquier
renacer. Y lamentarían el día en que