El
echo de Dante, la viva imagen de una cosa frágil y temblorosa. Él la sostenía, su ancha
as familiares de una frase que
No deberías ocu
lla, pero se grabaron a
oto. Había traído especialistas de Médica Sur para Isabela. Había comprado todas las vallas publicitarias digitales de la ciudad para desearle
mor" quedó al descubierto, expuesta bajo las duras luces fluorescente
u nombre era una presencia constante, siempre
impatía empalagosa, ofreció una disculpa impecable por el "terrible accidente". Insistió en
de todo -dijo, su sonris
resplandeciente, transformada en un monumento a su amor. Una pantalla gigante en el jardín reproducía un montaje de video en
ra profundo, hambriento, apasionado. El tipo de beso que solí
etamente enamorado -susurró una mujer d
. Pero incluso aquí, ella me había reemplazado. Mis amadas azucenas blancas, las que Dante había plantado para mí a
preciados perros de caza de Dante, una bestia enorme y gruñona. Se abal
ela
r instinto, inmediato, fue moverse frente a su es
lo. Vio al perro
nzó, sus dientes hundiéndose en la carne blanda de mi pan
mi corazón era i
 
 
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