El
de plata, empañado por el tiempo, estampado con el escudo de los Moreno. Era el medallón de mi padre, el que le diero
to ahogado se atas
tra su pecho y se hundió en los brazos de
baja. Sus brazos estaban alrededor de Isabela, pero sus oj
e -dije, mi v
o frasco de pastillas
rca de su tazón d
ante. Mis pastillas para l
hice -insistí, mi mirada volviendo al m
nó Dante, parándose frente
mi alrededor, un zumbido venenoso. "Despiadada". "
l, mis ojos encont
juguete para perros? -Mi voz era una cuchilla de d
el medallón. Un destello de algo -reconocimiento, tal v
iciste?
o el medallón, su mano temblando. Luego, justo c
arco lento y perfecto y desapareció en el
do se
helada y negra. El shock del frío fue un golpe físico, pero apenas lo sentí. Solo necesitaba encontrarlo. Mis manos busceando, aferrando el medal
staba de pie con su brazo alrededor de Isabela, señalando
as estrellas
ío no estaba solo en el agua; estaba en mi alma. Me
río, sus ojos se abrieron de par en pa
eñida de una preocupación histér
el agua del río gotea
e -grité, mi voz quebrándose-,
 
 
 GOOGLE PLAY
 GOOGLE PLAY