o pergamino crujía con el peso de mi decisión. Él estaba al teléfono, riendo, el nombre de Aimé
el sobre en su escritorio. Contenía el acuerdo d
fono. "¿Qué es esto, Gema? ¿Más
mi garganta. "Es la terminación d
n suspiro. "Gema, podemos hablar de esto más tarde. Aimée nec
hace dos noches?", pregunté, mi voz temblando ahora. "Mi madre murió. Por t
n semanas. "Gema, eso es injusto. Hice todo lo que pude. El ataque de pá
me burlé, una risa amarga escapando de mis l
madre. De verdad. Pero no puedes culparme de todo. Esto es lo que quieres, ¿no? ¿Un gran pag
e todo. Pensaba que la muerte de mi madre, mi corazón destrozado, mi
credulidad cruda y agonizante. "¿Crees que esto se trata d
Entró dramáticamente en la habitación, con una mano presionada en la si
é pasa?". Su preocupación fue instantánea, su atención com
la sala! Las que dijiste que se verían tan bien en tu penthouse". Luego dirigió su mirada hacia mí, una son
era solo un edificio; era donde Bruno y yo habíamos construido una vida, donde me había prometido un futuro. Era donde habíam
r de consolarme, apretó su brazo alrededor de Aimée. "Sí, Gema. Aimée s
e lo prometiste. ¡Dijiste que envejeceríamos allí!". Mi corazón
. Me salvó la vida". Habló como si el heroísmo fabricado de Aimée superara t
s ojos con un delicado pañuelo. "Oh, Bruno, no quiero causar ningún problema. Tal vez... tal vez no debería. G
es esto. Gema solo está siendo irrazonable". Sus ojos se dirigieron a mí, fríos y decepciona
na pequeña y triunfante sonrisa jugando en sus labios antes de desaparecer por la esquina. Fue un momento
la oficina, el dolor hueco en mi pech
ntía ajeno. El equipaje de Aimée ya estaba apilado junto a la puerta, una reclamación agresiva de mi espacio. Ma
el aire. Necesitaba recoger sus cosas, aferrarme a algún fragmento de su memoria. Dentro
e, pero invaluable para nosotras. Le pregunté a la señora Hernández, nuestr
y abiertos por la preocupación. "Esa chica Aimée... estuvo aquí
en el borde de un sofá de terciopelo, llevando casualmente las perlas de
o?". Mi voz era aguda
mañana. Dijo que era un detallito para darme la bienvenida a mi nuevo
vés de mí. "¡Eso pertenecía a mi madre!".
tante, un borrón de furia protectora. Me agarró del brazo, torcié
ndo con fuerza sobre el suelo de mármol. Mi cabeza golpeó la piedra fr
r la ira. Se cernía sobre mí, sus manos aún temblando por la fuerza de haberm
madre!", jadeé, agarránd
é que eran para mí!". Hizo un espectáculo de intentar quitársela
son tuyas". Me miró con desprecio. "¿Tan desesperada estás por dinero, Gema? ¿Estas
abrasadora, la pura audacia de sus palabras. Vio mis lágrimas, pero no vio más que codicia. Sus ojos esta
un extraño, Bruno", susurré, l
imée, su brazo todavía envuelto protectoramente alrededor de ella. "Volv
los sonidos ahogados de risas e intimidad desde el piso de arriba. El
erdo de separación. El papel se sentía sólido, re
es horas más hasta que estuviera libre de él, libre d

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