ntana, tomó un tazón de fruta y peló una naranja con meticuloso cuidado. El silencio se alargó, pesado y sofocante. Par
na, sin emoción mientras me ofrecía un gajo de naranja.
Bruno. Es una carrera". Pero estaba demasiado agotada para pelear con él. Mi estómago rugió, un crudo recordatorio de cuánto tiempo había pasado desde que había
bía elegido el momento preciso de mi vulnerabilidad, cuando el dolor por mi madre e
ncenderse, pero luego se atenuó en un dolor cansado. Mi madre. Tragué, la naranja de
de la familia, algunos parientes lejanos. Bruno estaba a mi lado, una imagen de apoyo sombrío. Su brazo, cuando no sostenía sutilmente mi codo
na mujer a otra, confundiendo su dolor performa
e quedé allí, mordiéndome el interior de la mejilla hasta que saboreé sangre, un reconocimiento silencioso d
irrespetuosos, se abrió paso entre la multitud, sus rostros hambrientos de escándalo. "¡Señor Montero! ¿Es
eneralmente tan compuesto, palideció. Su agarre en mi c
pina de la nueva relación de su pareja? ¿Es esta la ver
emocionales" -la humillación pública de mi diario robado, el colapso
mirada, su mandíbula apretada, su rostro una máscara de furiosa concentración
tos con lo que parecía una angustia genuina. "¡Oh, Bruno, cariño, lo siento mucho! Les dije que no vinieran.
tá bien, Aimée. No te preocupes por eso". Luego me dirigió una mirada furiosa. "
mi voz ronca. "¿Esperas que me controle, Bruno? ¿Mientras estás aquí, interpretando al viudo afligido, diciéndole
ro una nube de tormenta. "¡Este
uando te acostabas con ella? ¿Cuando descuidabas a mi madre? ¿Cuando destruía
los ojos. "Gema, no sabes de lo que estás
graba, mientras mi madre moría? ¿Lo hiciste?". Necesitaba saberlo, incluso si la verdad me destroza
ensordecedora. Luego, su voz apenas audible, mur
tiras. La imagen de él, tan tierno, tan devoto, se disolvió en una distorsión grotesca. El ho
La guitarra Gibson, la promesa silenciosa de sueños compartidos. La forma
turado gritando en protesta, pero no me importó. "¡Me das asco!", grité, escupiéndole
rando las cámaras. "¡Hemos terminado, Bruno!", grité por encima del hombro, las palabras un voto crudo y doloroso. "¿Me

GOOGLE PLAY