mente ante mi súplica. Un destello de algo parecido al arrepentimiento cruzó sus facciones. Se
de segundo, una frágil esperanza se encendió dentro de mí, un deseo desesperado de que el hombre que una vez amé to
e, observándonos con los ojos entrecerrados. La suavidad desapareció de su rostr
el breve momento de vulnerabilidad desaparecido. "La exposición de
La estaba eligiendo a ella de nuevo. Siempre a ella. El aire d
cia arriba. Un alto e inestable soporte de exhibición, que sostenía un enorme lienzo de la obra de Aimée, comenzó a tambaleEl soporte de exhibición, ahora un monstruoso esqueleto de madera y met
ombros que caían. Bruno, un rugido primario saliendo de su garganta, no dudó. Sus ojos se fijaron en Aimée
en mi brazo. El mundo giró, luego se oscureció. Mientras la conciencia se desvanecía, lo último que vi fue a Bruno, su rostr
"Siempre te protegeré, Gema. Siempre". Lo dijo en nuestro penthouse, bañado por la luz dorada del atardecer, sus brazos una jaula reconfortante
a ternura, ahora resonaban en mi mente como palabras huecas y vacías. Los
palpitaba en mi cabeza, y mi brazo izquierdo era un infierno abrasador de dolor. Est
se iluminó, mostrando un titular de noticias, pegado en todas las principales publicaciones en línea: "¡El CEO Bruno Montero salva heroicamente a la ar
ba allí, ¿no? ¡Probablemente empujó a Aimée!". "Típica diva, haciendo que todo se trate de ella incluso cu
a decidido quién era la villana. Y no era
ogarme. Pero debajo de ella, una brasa fría y dura de resolución comenzó a bri
su camisa arrugada. Entró, su mirada recorriendo la habitación impecable,
io que no había oído antes. "Estás despierta".
uda y ronca. "Después de todo,
Pero Aimée... estaba en shock. Tenía que asegurarme de que estuviera bien prime
ación para su trágico arte, ¿no? ¿La musa de su último éxito, 'Nana Rota', quizás?". Mi mirada cayó sobre mi
retrocediendo ante su toque como si fuera fuego. El aire en la habitación se solidificó, espeso e irrespi

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