img Mi Imperio, Mi Hijo, Mi Nuevo Amor  /  Capítulo 1 | 4.55%
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Historia
Mi Imperio, Mi Hijo, Mi Nuevo Amor

Mi Imperio, Mi Hijo, Mi Nuevo Amor

Autor: Gavin
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Capítulo 1

Palabras:1696    |    Actualizado en: Hoy, a las 15:43

rtos, mi esposo acaparaba las portadas de todos

ar, se llevó a su amante, una actriz de moda, a un resort de lujo en L

asegurando que mi esposo deseaba que yo hubiera muerto en el parto. Luego, me restregó

e metía a escondidas en el cuarto de nuestro bebé para pelli

ó de mí e incluso intentó quitarm

rdiéndolo todo. Era huérfana, una esposa traicionada, y esta

lejandro Vargas era la persona más p

ítu

do palabras como "complicaciones" y "milagro". Aferrarme a la vida se sintió como una guerra que apenas gané. Pero la verdadera batalla, la que de verda

si moría trayendo a su hijo al mundo, Alejandro, mi poderoso esposo y CEO de una tecnológica, era noticia por s

scuridad de la depresión. Mi único hermano, un trágico recuerdo. Era huérfana, ahora una esposa traicionada, y apenas una madre. Murmuraban s

su vulnerabilidad cuidadosamente calculada y sus ojos grandes e inocentes. Se la llevó a un exclusivo resort de lujo en Los Cabos, una fortaleza construida para proteger a su am

extraña mezcla de agotamiento e irritación. No había remordimiento en sus ojos, ni un profun

esprovista de la calidez que algu

rne viva, pero mi voz,

andro? ¿Tu... "ac

o de algo en sus ojos; no

complicado. -Siempre d

un raspido doloroso. -Se veía bastan

áscara de CEO enc

o era acusador, como si mi búsqueda d

sita de noche. Toqué la pantalla y la giré hacia él. Mostraba una foto filtrada, clara e innegable: Alejandro, con el brazo alrededor de Cristy, su

la ma

ada. Una

la noticia? -repliqué, mi voz ganando fuerza. -¿Una trampa en la que has pasado má

ego suspiró, pasándose una m

stasia. Problemas económicos. Ne

fracturado, s

dome huérfana. Mi madre sucumbió a la depresión, y mi único hermano... se fue en un accidente. Yo he enfrentado la ve

bía visto, no de verdad. No a la chica que luchó a través de un dolor inimaginable. No a la mujer que lo eligió a

ome en esa habitación estéril, con el llanto de nuestro hijo recién nacido haciendo eco del vacío

errándome, tratando de sanar. Pero la paz no duraría. No mientras Cristy Romero siguiera respirando el mismo aire. Recordé las palabras de Alejandro, años atrás, cuando e

. Cristy Romero, descarada y audaz, los burló a todos, apareciendo en mi sala como un espejismo veneno

brías captado la indirecta. -Miró alrededor de mi casa meticulosamente cuidada, como si

ba que podía robarme la vida. Mis ojos, firmes a pesar de la

si peligrosamente tranquila. -¿Crees que puede

onido frágil

e nunca lo entendiste de verdad. -Se inclinó, su voz bajando a un susurro conspirador, reb

la ma

asa que heredé, la casa que construí? -Me burlé. -Eres una tonta, Cristy, si

cerca, su mirada

quiere intentar formar una familia con alguien que realmente lo ame. -Su

apenas tenía una semana. La imagen de ella, sosteniendo a mi

enosa. -Lárgate de mi casa antes d

uficiencia,

portará. Me dijo... me dijo que deseaba que

ganta. Esta mujer, esta niñata, se atrevía a amenazar a mi hijo, a burlarse de mi dolor, a sugerir que Alejandro deseaba mi mue

Mi equipo de seguridad, ahora alerta, se movió rápidamente. -Asegúrense de que nunca vuelva a p

desvaneció, reemplazada por una mir

! ¡Alejandro nun

mbres leales avanzaron, sus rost

-susurré, mi voz goteando un desprecio helado. -Acabas de cometer el

hogado y desesperado. El silencio que siguió fue ensordec

aron lentamente en puños. El juego habí

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