n par. Un titular gritaba: "La carrera de Cristy Romero en ruinas: la actriz enfrenta humillación pública tras filtración de información comprometedora". El artículo detallaba sus fechorías pas
o peor en su mundo. Había destruido su futuro. Mi venganza nunca se trató de quitar una vida; se trataba de destrui
mentarios era un
o te metes con una Montenegro. A
onestamente, bien por ella. No terse un joven guapo que le haga compañía. Es de
un "joven guapo". Y ciertamente no estaba buscando el amor.
ono sonó
de divorcio están oficialmente en
e, mi voz
a vacilación p
r al padre biológico de su hijo todavía. La pis
investigando. De alguna manera, es mejor no saber. Sin enre
tirados, los comentarios eliminados, los hashtags borrados. Alejandro. La estaba protegiendo de nuevo, incluso después de todo esto. Había guardado un silencio a
i habitación. Justo cuando estaba a punto de apagar la luz, una silueta
nté, mi voz desprovista de sorpresa. -¿
na larga sombra por la habitación. Se movi
Anastasia. Lo que le hici
rvaron en una mu
¿Después de lo que hiciste? ¿Despu
r a nuestro hijo, pero su
d? ¿Destruir la vida de una muj
, Alejandro! ¡Lastimó físicamente a nuestro hijo! ¡Mi h
a, agarrando mi muñeca
abas el hijo de otro hombre! -Su voz e
Mi mano libre voló, conectando con su mejilla con un
grimas picaban, pero me
aicioné! ¡Tú eres el que rompió nuestro
os. Un retorcido intento de reconciliación, lo sabía. Una forma de suavizar las cosas, de recuperar el control. Pero su tacto, su alient
rré, saboreando la sangre. Luchó, tratando de apartarse, pero yo estaba fue
voz pequeña y vacila
ejan
is
ojos grandes y llorosos mientras nos miraba, encerrados en nuestro bru
na máscara de pánico. Corrió hacia Cristy, su
s de una ternura enfermiza. -Se va. Hablaremos más tarde, Anastasia. -Se llevó a Cristy, dándome la
éfono vibró. Era un mensaje de Cristy. Una foto de ella aferrada a Alejandro, su mano en su cintura,

GOOGLE PLAY