gados por un asistente de rostro sombrío justo después de la medianoche. Mis manos temblaban mientras sostenía el sobre sellado. A
nte mis ojos, luego me golpearon con la fuerza de
. Mi mente se quedó en bla
or. Tiene que serlo. -Miré a Alejandro, suplicante,
lejandro -insistí, mi
una sonrisa triunfante torcie
ndro. ¡Todo este tiempo, fingiendo ser la esposa
terrumpió con u
Cristy. -Su voz e
ejandro,
stremeció, su sonrisa vaciló, y se retiró a un rincón de la habitación, sus hombr
edor, sofocante. Mis dedos temblaba
nte habló, su voz
iño que creía que era mío, nacido de nuestr
on más fuerza, mi
nunca... -Las palabras me fallaron. ¿Cómo podí
mueca torcie
que un laboratorio privado y de buena reputación real
ción. Todo lo que podía hacer era mirar los resultad
onos, Alejandro. Es
te, agarrándome del braz
ndo esto, ¿verdad? Para irte, para dejarme con esta... esta vergüenza. -Me acercó más
Negué con la cabeza, las l
sé. Te juro
azo, casi dolorosamente, como si tratara de arrancarme la verdad. Luego, justo cuando sentí que me d
u secreto, yo tenía el mío. Estamos a mano. Así que seguimos casados.
mente se tambaleó, incapaz de procesar su pronunciamiento. Su olor, el olor estéril del hospital, mezcla
dor, el olor acre de la nicotina impregnando el aire. Se fue abruptamente justo antes del amanec
o mi mente aguda. Sabía instintivamente que la prueba de paternidad estaba equivocada. Sabía que
Esta prueba de paternidad. -Le entregué el documento arrugado. -Averigu
ro serio, y se fue s
oven que apenas conocía, entró corriendo e
egro, el bebé.
zón se
¿Qué tipo
e creía posible. Mi hijo yacía en su cuna, sus pequeños brazos y piernas
helándose. Inmediatamente llamé al médico
rostro amable grabado con preocupaci
s, señora Montenegro. Lo pel
a mujer amable, aterrorizada de mí. Ella no haría esto. Mi mirada se desv
a ido de la casa. -Tráeme las grabaciones
en el cuarto del bebé mientras Leo recogía los resultados de la prueba de paternidad. Se inclinó sobre la cuna, sus manos alcanzando a mi hijo dorm
llizcando a mi bebé, una sonrisa cruel en sus labios. Ella había hecho esto. Mientras yo luchab
. Todo el dolor, toda la traición, todo el sufr
igrosa, cada palabra cargada de vene
de estar, atada a una silla, sus ojos muy abiertos
n la tuya, Anastasia? ¡Alejan
palma contra su mejilla resonó en la habitación silenciosa. Su cabeza se gi
ue eres lista, verdad? ¿Manipulando una prueba de paternidad, lastiman
úmero de Alejandro. Contestó al
ra, Anastasia?
dejó escapar un gemido patético
dame! ¡Ella... me
do y puntiagudo, presionó su mejilla, justo debaj
es llamar a tu caballero de brillante armadura? No está aquí por
la garganta de Cristy llenó la vill

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