ta un gruñido de frustración. Irrumpió por las puertas de mi finca privada, su rostro una nube de torm
lando con una furia que hacía que sus ojos pare
ró con la suya, fir
erta, Al
los hombros, sus dedos clavándose, su ro
letamente loca, Anastasia
sonido seco
ujer con la que te casaste fuera una extraña. -Negué lentamente con
rro crudo, cargado
stasia? Dime dónd
imprudente de dolor después de la muerte de mi hermano. Me había encontrado, me había sacado de los restos del coche, me había abrazado hasta que llegaron l
dejando que las palabras flotaran en e
, empujándome con ta
Dios que te arrepentirás de esto. -Su voz era baja
pasos resonando. Una sola lágrima trazó un camino por mi mejilla. Nunca me entendió. No de verdad. Nu
mis dedos volando por la pantalla de mi telé
stantánea: *Hecho,
e la influencia. Las leyes podían cambiarse, los vacíos legales encontrarse, o simplemente anularse. La rique
amino de entrada, un símbolo de mi poder inquebrantable. Abrí las pesadas puertas de roble, entrando en el opulento
aire. -Es demasiado independiente, demasiado testaruda. Ningún hombre quiere
ca ha sido lo suficientemente buena para nuestro Alejand
abitación, mi presenci
ije, mi voz cortando su conversación como u
rostros palideciendo al verme. No
po de seguridad ya estaba dentro, empacando sistemáticamente todo lo que me pertenecía. Cada vesti
, recuperándose de su c
-exigió su madre, su voz cargada
recorriendo los estantes vacíos. -
o de apelar a mis instintos maternales. -Piens
enfrentarlos, una sonrisa
sulta que, no es el hijo de Alejandro. -Hice una pausa, dejando que eso s
n sus rostros

GOOGLE PLAY