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. Las palabras del doctor sobre mi aborto espontáneo aún retumba
o de consuelo, por escuchar su voz, pero
La perra de Barbie acaba de vomitar. Ella está hi
cababa de perder a su hijo, para c
estra casa, no hubo abrazos. No hubo consuelo
lio de fotografía a su amante, afirmando que era obra de ella, mientras a mí me
adical para borrar mis re
ejó en blanco. Abrió una puer
a huérfana
n, la heredera multimi
an acabado l
ítu
ista de Al
ncas, el uniforme impecable de la enfermera inclinada sobre mí. Pero el blanco más crudo era el espacio vacío d
lo que pudimos
ración s
una pregunta, sino
ero, el tubo de plástico se sentía como una serpiente fría sobre mi brazo. Un médico, joven
demasiado severo. Era demasiado pequeño para sobrevivir al impa
ntivamente a mi estómago, ahora un paisaje plano y desolado. El pequeño y esperanzador bulto, las pataditas que apena
a hemorragia interna está bajo control, pero las cicatrice
evolvió la mirada, ojos huecos enmarcados por cabello enmarañado. Una mancha carmesí profunda asomaba por debajo del borde de mi bata, un recordatorio cruel de lo q
aquí, total y trágicamente sola. La habitación estéril amplifica
mi mano temblaba mientras lo alcanzaba. La pantalla brillaba, mostrando el nombre de Er
responder, mi voz un
Er
uave y melódica, estaba
a, la perra de Barbie, tuvo un dolor de estómago y
fracturado, se
apenas audible-. Tuve un accide
No hubo conmoción, no hu
lo sensible que es. -Su voz se volvió más fría-. Mira, solo necesitas llegar a casa. Barbie dice que P
perro? ¿Mientras yacía en una cama de hospital, h
esesperado e infantil atrapado en mi garg
siempre eres tan dramática. -Su tono se endureció aún más-. Solo lle
suavemente contra la barandilla de la cama. El tono de ocupado resonó en la quietud estéril. El gemid
s que un vasto y aterrador vacío. Una mano invisible apretaba mi
a, con voz teñida de preocupación-.
arme. Había elegido a un perro sobre su hijo moribundo, el
sposa, incorporándome a pesar d
a se apresu
caba de tener una cirugía
ra, entrelazada con una nueva y escalofriante
a enfermera parec
. Apreté los dientes, ignorando el mareo, ignorando las protestas frenéticas del personal médico. Sus palabra
rígidos por la sangre seca. Cada movimiento era una batalla, pero lu
La lluvia golpeaba mi cara, agujas heladas contra mi piel en carne viva. El viento aullaba, un llanto lúgubre
. No tenía dinero, ni abrigo, solo la ropa fina y el peso aplastante de la indiferencia de Erick. El pánico est
etuvo. Subí a duras penas, agarrándome el costado, el dolor era una cinta caliente y abrasadora a través de mi abdomen. E
udidas de agonía. Cerré los ojos, tratando de bloquear el dolor, tr
ogedora, ahora parecía cernirse sobre mí, un juez silencioso. Empujé las pesadas puertas, mis piernas
cendía se sentía como otro paso hacia un abismo. Mi mano temblaba m
ta alrededor de su cuello, secándose los ojos con un delicado pañuelo de encaje. Princesa, una Pomerania blanca y esponjosa, estaba se
e viva. Extendí una mano, queriendo tocarl
sus ojos ent
abía alivio en su voz, solo u
sangre en mi ropa o la palidez de mi rostro. Solo miraba, su mirada fría, despro
yó, inerte

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