vista de
r que calmó momentáneamente los bordes en carne viva de mi alma. Me encontró temblando en la mesa de la cafetería, me envolvió en su costoso abrigo de cachemira y me llevó a un hospital privado. Se encargó de todo: mi
de mí. El recuerdo de los ojos fríos de Chase, su despido, sus palabras crueles -"Mi caridad"- se repetía en un bucle
convertirme en diseñadora de interiores, para apoyar su ambición. Había creído sus promesas, soportado los desaires sutiles de su familia y el desprecio absoluto del público, todo por
sus ojos color avellana llenos de una comprensión tranquila. Pero yo sabía lo que tenía que hacer. Tenía que reclamar mi nombre. Tenía que
decidida-. Del penthouse de Chase. Nuestra acta de matrimonio.
Cristian
Tiene seguridad por todo ese edif
e mí-. Es la única forma en que puedo probar quién soy. La úni
, una aceptación r
suave-. Pero lo hacemos
e siempre había promet
gía. Organizó una "distracción" en el penthouse de los Beltrán, una alarma menor para alejar a la seguridad de
cura que Cristian me había proporcionado, me deslicé más allá de la seguridad desviada, mi corazón latiendo en mi pecho como un tambor. El penthouse era aún más opulento de
fuerte donde había encontrado el prenupcial. Mis manos temblaban mientras marcaba el código, una mezcla de números que solía tener mucho significado. Er
dose inmediatamente en un sobre grueso, claramente marcado "Acta de Matrimonio". El al
tracción no había funcionado. O había funcionado demasiado bien. El pánico se apoderó de mí. Torpemente agarré el certificado, mis
plicar. Pero era demasiado tarde. Dos guardias de seguridad corpulentos, hombres que nunca había visto antes, irrumpieron
o de ellos, su voz
manos levantadas en un ge
dolor explotó en mi cabeza al golpear la esquina afilada. Mi visión nadó, luces bailando ante mis ojos. Un puño conectó con mi estómago, robán
oz espesa de rabia-. ¿Crees que puedes simpl
o escapando de mis lab
labras fueron amortiguadas, apenas
el y burlón que resonó e
ora loca! ¿No sabes quién es
entí el precioso certificado deslizarse de mi agarre, cayendo sobre la
, aguda y furiosa, cort
ios está pa
aron, sus cuerpos poniéndose rígidos. Escu
pálido, sus ojos muy abiertos por el horror mientras asimilaba la escena. Mi forma golpeada y sangrienta en el suelo, l
rró, su voz carga
go, ¿arrepentimiento? ¿shock?, brilló en su mirada, pero
su voz plana, desprovista de emoción real
se negaba a reconocer mi dolor, mi existencia. El último hilo frágil de esperanza se rompió. Cerré los

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