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Historia

Capítulo 3

Palabras:1466    |    Actualizado en: 09/12/2025

vista de

olo con un camisón, era un fantasma en la metrópolis vibrante e implacable, mi huida desesperada del penthouse de Chase grabándose en mi memoria con cada paso agonizante. El ab

fugaces, justo como todo lo que había creído sobre mi vida con Chase. Lo vi en el espejo retrovisor de un taxi que pasaba, su brazo alrededor de Celina Montes, sus rostros iluminados por el flash de

e implacable en un parque tenuemente iluminado. Una lluvia helada, un aguacero despiadado, comenzó a caer, empapando mi delgado camisón. Me hice un ovillo en posición feta

mi rabia. Se había ido. Todo se había ido. Mi pasado, mi presente, mi futuro. Se sentía como si me estuviera despojando no sol

unca olvidarlos. Ahora, se sentía como un recordatorio burlón de una chica que se atrevió a soñar. Arranqué una página, destapé una pluma y escribí meticulosamente las últimas palabras de Chase para mí: "Todo lo que tienes, la ropa que llevas puest

lo que me quedaba. Con un suspiro pesado, me levanté, mis músculos gritando en protesta. Un pequeño puesto de tacos,

erminé, sintiendo una pequeña chispa de calor regresar a mi núcleo. Afuera, la ciudad rugía, indiferente a mi situación. Sentí una pr

orporal que tenía. La idea de encontrar refugio, cualquier refugio, se volvió primordial. Vagué sin rumbo por lo que parecieron ho

na bendición, un respiro temporal del frío que me carcomía. Pedí un café barato, acunándolo en mis manos temblorosas,

abilidad de un vendedor ambulante que me regaló un tamal, y la brutal realidad de noches sin dormir en bancos de par

le hubiera importado. Mientras tanto, los quioscos estaban llenos de fotos de Chase y Celina, sus demostraciones públicas de afecto volviéndose más extravagantes con ca

a secreta por mí, ahora irradiaban un encanto pulido dirigido únicamente a ella. Era como si nuestros cinco años, nuestros votos secretos, nuestros sueños compartido

nte. Ya no le importaba mi existencia, mi sufrimiento. Yo era una baja en su juego, una estadística en su ascen

INMINENTE!". Mi sangre se heló. Inminente. Esto ya no era una "fachada". Esto era real. Se iba a casar con

avorecedora de mí la noche de mi arresto. La sección de comentarios, que tontamente revisé, era un pozo negro de odio. "Qué bueno que se deshicieron de es

articipación voluntaria de Celina, realmente creía que yo era una acosadora delirante y oportunista. Mi identidad, mi dignidad, había

anto tiempo. Había sacrificado todo por un amor que no era más que una jaula, meticulosamente elaborada por el hombre que decía prot

ía una manera de probar mi existencia, de probar mi matrimonio con Chase Beltrán. Yo era su esposa, y me aseguraría de que

e tenía, vibró inesperadamente. Un mensaje de un número desconocido. Mi corazón saltó, luego

que, tomada hace días. Debajo, una sola palabra: "¿Graciela?". Y luego

infancia. El pan de Dios, el protector que no había visto en años. Él era el único que alguna vez me había visto realmente, a quien realmente l

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