vista d
de la infancia que convenientemente estaban una al lado de la otra. Él siempre estuvo allí, una presencia constante a tr
de miedo, llevándome todo el camino a casa. Se hizo un corte feo en el brazo ese día, protegiéndome del borde irregula
ro. Mi hermano, mi amante, mi esp
completamente? ¿Cómo podía traicionar los cimientos mismos de nuestra historia compartida
a mis miembros entumecidos. Mi cuerpo, rígido y pesado, se movía en piloto automático. Caminé a mi estudio, la
a corazonada que no podía ignorar. Era una salvaguarda, un intento desesperado de protegerme de una traición que inconscientemente sabía que se avecinaba. Est
ara de los contratos legales. Ningún trozo de papel, ninguna cláusula, ninguna penalización podía evitar que un corazón se desviara, que se rom

GOOGLE PLAY