Instalar App
Historia

Capítulo 2

Palabras:1211    |    Actualizado en: 17/12/2025

ta de Floren

elódico, antes de que una voz sedosa respondie

mudeé, mi voz temblando a pesar de mi resolución. Las

una eternidad. -¿Y qué tipo de asistencia busca, querid

, cerrando los ojos-

enviaremos nuestra dirección. Es

como una marca, una señal de propi

discreto sin remitente. Era para un edificio en la Roma Norte, uno por el

einte millones de pesos por un negocio fallido, estaba desesperada. Javier Garza, entonces una estrella tecnológica en asc

nque estaba claro que solo la suya prosperaría de verdad. Yo era un adorno, una cara bonita para adornar su brazo,

ndo en un tipo dife

stal. Mi corazón martilleaba contra mis costillas mientras empujaba la pesada puerta sin marcar. Dentro, una lujosa

ada salió de una puerta lateral. -¿Florencia Herrera? -preguntó, su voz l

cir, mi voz t

de buen gusto, llena de muebles antiguos y plantas exóticas. Se sentó d

crueldad-. ¿Está realmente preparada p

ito el dinero -dije, mi voz adquiriendo un filo desesperado-. Más de lo

ión, la belleza y... la compañía. La compensación es sustancial. Una sola noche podría generar ciento

Mi mente se tambaleó. Ese ti

palabras saliendo ante

s. Primero, un examen médico, luego entrenamiento en etique

levaba, mi teléfono vibró en mi bol

mantener mi voz unif

. María dijo que no estabas en casa. ¿De verdad in

sabiendo a metal-. Yo... solo salí a caminar.

o-. Acabo de transferir veinte mil pesos extra a tu cuenta. Ve a

para mantener su ilusión de control. Y el desprecio en su voz, la

no lo quiero. -Terminé la llamada antes de que pudiera responder

cos tapices. Nos detuvimos ante una pesada cortina de terciopelo. -Detrás de esto es donde conoce

as bajas y discretos reservados. Varias mujeres, exquisitamente vestidas, se mezclaban con algunos hombres cuyos rostros estaban oscure

n reservado, levantó la vista. Incluso desde esta distancia, sentí la int

romiso, Sauce. -Me empujó hacia adelante-. Soli

dor anónimo. Mi corazón latía con fuerza, pero debajo del miedo, floreció una

ndome en los números que parpadeaban en mi cabeza. Cada toque, cada hora, me acercaba a mi meta. Los hombres eran en su mayoría educados, algunos so

uesa de lo que jamás había visto. Mis manos temblaron mientras lo contaba

mpanante llamada Elena, mientras nos cambiábamos de nuevo a

cé, luego dudé-.

s importa lo suficiente como para preguntar. Estás haciendo lo que necesi

s lágrimas, sino que brillaban con una promesa fría y dura. Me subí al taxi, ago

sedán negro de Javier, estacionado amenazadora

Instalar App
icon APP STORE
icon GOOGLE PLAY