ta de Floren
lico. La iluminación era tenue, estratégicamente colocada para ocultar los rostros. Mi corazón latía con fuerza, un tamborileo
funda y tranquila desde las
ada. -Es un placer. -La respu
u voz sorprendentemente suave, pero directa. N
o lo sabía? -Sí -confesé, mi voz
omo una pregunta, sino como una declarac
dría inventar una historia de deseos fugaces o una necesidad de emoción. Per
lida. -Mi voz se quebró ligeramente-. Mi esposo lo controla todo.
o mordaz, un rechazo disgustado. Pero nunca llegó. En cambio, simplem
, su voz más suave ahora-.
cosas a las que había renunciado. Escuchó. Realmente escuchó. Fue una experie
mesa. Él se puso de pie entonces, y finalmente pude vislumbrar su rostro bajo la luz s
Requiero una acompañante, exclusivamente. Por una duración significativa. Sería c
mblando. La cantidad dentro hizo que mi cabeza diera vueltas. Era cinco veces lo qu
posesividad de Javier, pero esto se sentía diferente. Esto se
dije, mi
y cálida. -Excelente. Espero con an
Las calles de la ciudad se sentían diferentes, más brillantes, llenas de
er. *Estate en casa para el mediodía. Kenia qu
o. Era una sirvienta glorificada, una compradora personal para su verda
pensamiento de su citación, su desprecio casual, solo alimentaba mi des
mis dedos moviéndose l
irado desde lejos. Un vestido en el escaparate me llamó la atención: un verde esmeralda vibrante, fluido y elegante, d
. Te vistes para impresionar, no para pasar desapercibida. ¿Quieres un vestido? Te compraré el mejor, pero yo elijo. -Me compró un vestido
a en alto. -Me gustaría probarme el
alrededor, haciéndome sentir viva, l
manas, desapercibido por Javier. Entré y compré un pastel pequeño y delicado. L
n símbolo de mi alegría robada. Pero cuando levanté el tenedor, una ola de náuseas me
gatos callejeros se acurrucaba bajo un arbusto, sus ojos grandes y hambrientos. Me acerqué, rompí
Esto era libertad. La libertad de elegir, de gasta
a mi nueva y tranquila vida. Vi a una joven, sentada sola en una banca, mirando con nosta
bolsa-. Esto es para usted. No me quedó del
uego se llenaron de lágrimas. -¿Habla
regalo. Se sintió mejor qu
za en mis pasos. El sol se estaba poniendo, pi
ier. Y a su lado, una ambulancia. Y un equipo
io acercarme. Sus ojos, generalmente tan fr
-No esperó una respuesta-. Desnúdate. -Su voz era plana, desp

GOOGLE PLAY