ta de Floren
cturno. Javier estaba esperando. Mi corazón martilleaba contra mis costill
o por el tictac de un reloj de pie. Javier estaba junto a la ventan
voz era baja, cortando el silencio
-. Salí a caminar. Perdí la noción del tiempo. -Una
la penumbra. -¿A caminar? ¿Hasta pasada
importaban las apariencias. Solo quería que admitiera mi transg
bras un sabor amargo en mi l
sos. -Ve -ordenó, sus ojos moviéndose hacia la puerta del baño-. Date una d
cia. Su propiedad, pero manchada po
como si intentara borrar no solo el persistente olor a perfume y a hombres extraños, sino la vergüenza, la desesperación,
llida bata blanca, María, la asistente, me
ijo, su voz desprovista de calidez, sus ojos
al, masa muscular, incluso una revisión de la longitud de mis uñas y la calidad de
stresante. Me puso a dieta líquida estricta durante tres días, sin excu
uriosamente en su portapapeles. -Satisf
el dormitorio. -Florencia. Ven
eda un mar de blanco. Estaba apoyado con
e suave-. Quizás tu mensualidad es un poco... restric
mensualidad actual. Era una oferta tentadora, una cadena de oro d
ndiéndome incluso a mí misma
as. -¿Todavía estás enojada por esta noche? No
illa, luego se apretó en mi mandíbula. -Eres mi esposa. Mi propiedad. No tienes necesidad de m
ue me dejó los labios magullados. Me quedé
enté murmurar, g
. Cerré los ojos, pero no ayudó. Su voz
en
. Incluso ahora, envuelto a mi alrededor, su cuerpo
iera por placer. Se casó conmigo para herir a Kenia. Para mostrarle lo que había perdi
o de toda ternura. Cuando terminó, se a
o un vasto abismo. Esta era mi vida. Un
había ido antes de que y
cuaderno donde registraba mis ganancias de Campos Elíseos. No me im
ctuales: 1,
e la deuda: 20
una nueva vida, lejos de su sombra, lejos de los susurros y el juicio. Y lo haría en mi

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