Carin
aciones. Las tiernas palabras de Elías a Clara, su promesa de protección, resonaban en mi mente, cada sílaba retorciend
itas de Clara. A menudo las dejaba en lugares prominentes del penthouse, un recordatorio sutil y pasivo-agr
ciéndose añicos en mil pedazos, el agua y los pétalos aplastados esparciéndose por el suelo como sangre y carne desgarrada. Cada fragmento de vidrio era un reflejo de mi espíritu roto. Grit
u rostro indescifrable, pero un destello de moles
vista de calidez-. ¿Qué significa e
sido destruido, vaciado y dejado por muer
decir, mi voz ronca, mi garganta ardiend
endo un pequeño pájaro de madera intrincadamente tallado. Era un grifo, sus alas extendi
beríamos dejarla descansar. -Su mirada, sin embargo, estaba fija en el jarrón destrozado, lue
ese pájaro? -Mi corazón martilleaba contra mis costillas, un
u expresión una i
de su familia. ¿No es exquisito? -Lo levantó, girándolo ociosamente, ajena a l
primer aniversario, un símbolo de nuestro amor feroz y protector. Había pasado meses en él, lijando y puliendo cuidadosamente la madera, vertiendo mi alma en cad
y peligroso escapando de mis labios-. E
aún más, pero su boca se curvó
omún, así que me la dio para jugar. Pensé que era un detalle dulce, así que la guardé. Pero si te molesta.
n, todo. Había considerado mi regalo sincero como "común". Se lo había dado a ella. A Clara.
Mis manos se cerraron alrededor del cuello de Clara, mis dedos clavándose en su suave carne, una
ruido sordo. Elías, por primera vez, se movió con una velocidad sorprendente. M
sta locura! ¡Estás
qué está fuera de control? ¡Tus mentiras! ¡Tus traiciones
e agarró la garganta, sus o
ente loca! -Su voz era un susurro frágil, perf
s solo una baratija. Estás histérica. Necesitas calmarte. -Sus palabras fueron c
ma! ¿Y se lo diste a ella? ¿Y lo llamas nada? -Mi voz se elevó a un tono frenético-. ¿Me llamas
del agarre de Elías, y ataqué salvajemente, mi puño conectando con su mejilla
ser protegida por él. Mis ojos, enloquecidos de furia, vieron el jarrón destrozado en el suelo. Agarré
eno-. ¡Te daré destrucción! -Me abalancé de nuevo, no hac
o un crujido nauseabundo, un destello de rojo, y Clara soltó un grito espeluznante, colapsando en
utural de pura rabia. Cayó de rodillas junto a Clara, sus manos flotando so
o, Clara! ¡¿Qué h
rrumpió en la habitación. Se arremolinaron alre
y una presunta fractura. Necesitará cirugía inmediata, posibleme
biertos de miedo, las lágri
si quedo con cicatrices para siempre? -Su voz estaba llena de un terror genuino, pero incluso
voz tensa por la emoción apenas reprimida, su mirad
hombre de rostro sombrío
structiva extensa. Y con las laceraciones, hay un riesgo significativo de cicatri
sus ojos fi
o! ¡No puedo... no puedo quedar des
ontinuó, im
ejido sano y compatible. Un pariente
entonces, el pensamiento malicioso formándose en su mente, la cruel sugerenci
e, lo recuerdo de los chequeos médicos. Ella podría... ella podría ser d
curos y fríos, posándose en mí. El odio era u
ovista de emoción-. Al menos puede enmendarlo. -Luego m
lemente incómodo
arza. No podemos forzar una dona
de Elías s
por todos los problemas que has causado. Por todo. -Su voz era un látigo, azotando, cortando profundo-. No te preocu
erza, un tambor frenéti
ndo dentro de mí, a pesar del dolor
ó una ceja, un gesto esc
arás lo que yo diga. -Hizo un gesto a los guardias-
e nubló mientras me arrastraban, la mirada fría y triunfante de Elías lo último que vi antes de un pinchazo agudo en mi brazo, y luego, l

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