Carin
ruda y ardiente que me hizo jadear. Tenía la garganta seca, la cabeza me palpitaba y el mundo giraba en una neblina nauseab
inyección forzada. El injerto de piel. Realmente lo habían hecho. Habían tomado un pedazo de mí, involuntariamente, para curarla a ella. La realización
ojos cansados, entró apresuradamente. Revisó
o y que me asegurara de que tuviera todo lo que necesita para su recuperación. -Colocó un sobr
una suma astronómica. "Por tus problemas", decía la nota adjunta de Elías, su elega
erosidad. Mi sangre hirvió, un calor abrasador que eclipsó momentáneamente el dolor. Con una olead
zné, mi voz ronca, mi garganta ardi
nte asintió y salió de la habitación. Estaba sola de n
a, el dolor en mi espalda era un recordatorio constante y brutal de lo que habían hecho. Pero con cada día, el dolor solidif
al, mi espalda todavía doliendo, mi corazón una piedra
ital, una voz familiar y enfermiza
me alegro tanto de ver q
n de delicada vulnerabilidad. Sus ojos, sin embargo, tenían ese famili
oz plana, desprovi
fue un sacrificio necesario. -Hizo una pausa y luego añadió-: Sabes, vamos a tener una pequeña reunión íntima en la finca de Valle de Bravo este fin de semana. Solo familia
fría y despectiva-
entes. -Se inclinó conspiradoramente, su voz bajando a un susurro-. Sabes, Elías y yo hemos estado pasando mucho tiempo juntos últimamente. Ha estado tan
que había destrozado. Las mismas que ahora usa
esprovista de emoción-. Lo que tú
un sonido fr
uien gentil, alguien que lo entienda. Alguien como yo. -Hizo una pausa, dejando que las palabras se hundieran-.
permaneció una máscara de indiferencia helada. Este era su juego, su cruel intento de
s ojos, mis ojos ardiendo con un fuego frío que claramente no esperaba-. Pero, de nuevo, Elías siempr
, luego algo parecido al miedo. Había tocado un nervio. Ha
go una vida que reconstruir. Algo de lo que claramente no sabes nada. -
e perderme en el anonimato de las multitudes. Fui a galerías de arte, a conciertos, a cafés bulliciosos, tratando de reclamar una apariencia de normalidad
discordante rasgó la calle tranquila. El lamento penetrante de las sirenas de
y rojas parpadearon, pintando la calle con un brillo ominoso. Dos of
reguntó uno de el
susurro, un nudo de pavor
ro oficial, su mano ya buscando sus esposas-. Se le acusa
gre se
s una locura! ¡
sombras, su rostro tranquilo, compuesto, comp
ncredulidad y una nueva ola de horr
ojos encontrándose con los
ermitir que pongas en peligro la reputación de la familia. Esto es por tu propio bien. Y por la protección de Clara. -Sus o
llé, mi voz quebrándose-. ¡Tú me preparas
amente, un sutil asenti
s están destinadas a absorber los golpes, no a infligir
losamente orquestado, una trampa cruel y elaborada diseñada para destruirme por completo. Era un chivo expiatorio, una marioneta, y él era el maest
Pero mis palabras cayeron en oídos sordos. Los oficiales se acercaron, sus agarres firmes, el frío metal de las esposas cerrándose alrededor de mis muñecas

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