vista d
a estaba débil, el dolor físico un eco sordo de la agonía en mi alma. Cada respiración se sentía como un esfuerzo, cada movimien
ía agua, ajustaba mis almohadas y simplemente se sentaba en silencio cuando las palabras me fallaban. No preguntó
a por sentarme, la enfermer
el señor Coh
trar su cara. Quería gritar, arremeter, pero simplemente asent
pital y mi rostro magullado. Sus ojos, sin embargo, tenían un destello
na. El sonido me erizó la piel-. Escuc
Qué sientes, Bruno? ¿Haberme dejado par
ro se e
. El accidente fue... una terrible coi
diendo de su tacto
carretera, Bruno. Condujiste nuestro auto por un acantilado. Pla
cedió, con los o
cuando llamaste, escuché... escuché un grito. Pensé que estabas con los secues
-. Escuchaste la risita de Belén. Y luego escuchaste mi grito
o sabía. La máscara se deslizó,
Sé que las cosas han sido difíciles. Pero
espués de que destruiste mi carrera, arruinaste mi reputación, me hiciste perder a nu
te sin palabras, su pulida
me manipuló. Pero traté de encontrarte. Envié eq
as muerto de preocupación por que te atraparan. Estabas muert
sistente, Sara, entró corr
Cohen está aquí. Er
re de Bruno. La víbora que siempre me odió
n de Bruno
vió hacia mí-. Eliana, hablemos de esto
r su traje perfecto-. La única calma que encon
to practicado d
habitación, sus pasos
oz chillona y arrogante atra
in cayó en desgracia. Siem
tos de vidrio, confirmaron mis peores
mblorosa. Esto era todo. El acto final de humillación
o tranquilo a la tormenta que se gestaba afuera
aquí -susurré, apen
moviéndose c
eguntó dónde, ni por
o, Ernestina, Belén. Me habían empujado al límite, pero también habían encendido un fuego. Este era el fondo. Desde
es del divorcio, firmados años atrás como un retorcido símbolo de confianza, ahora se sentían como mi única salvación. Bru
solo de supervivencia.
r del temblor en mis manos-. Y necesito todo lo que Bruno Cohen

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