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Historia

Capítulo 3 Lágrimas de esperanza

Palabras:1603    |    Actualizado en: 20/06/2021

llover, al igual que ayer, lo cual es raro teniend

umergidos en su mundo… Es una buena forma de conectar unos instantes con la realidad, con la naturaleza que nos rodea, y con esta sensación tan extraña en mí, esa paz y qu

stos veinte minutos de calma. Derek me envió un mensaje de texto antes de salir de mi casa, diciendo que me quería

bueno y no me junte con los “vagos y maleantes muchachos” que asisten a la secundaria pública‒, diviso el nuevo coche deportivo de mi novio. Una risa se escapa de mis labios al recordar de qué lugar ile

años. De perfil sigue siendo tan perfecto como en aquellos años, con ese aire jovial y despreocupado, y

do, intentando acercarse para envolverme en sus brazos, pero lo apart

jos me dice que es honesto, y que en verdad lo siente… Pero el dolor en mis costil

en su pecho, en donde puedo sentir el bello latido de su corazó

ra compensar mi horrible actitud —su voz es un susurro ya cerca de mi oído, y sé q

oz en mi cabeza, dice que no, que esto no va a dejar de ser doloroso; porque por más que me haga feliz, también me hace sufrir, y ya el dolor superó el límite, cruzando la del

ablar luego

ndo salir todo ese llanto atorado de hace tanto en mi garganta. No soy consciente de cuánto tiempo pasa, hasta que la puerta se abre de un portazo y mi amiga me abraza fuertemente, sosteniéndome y

historia —balbuceo limpiándome l

ágrimas secas, y comprendo que estuvo llorando en silencio conmig

vida lejos de aquí —susurro recostándome en la fría pared de azule

aclarándose la garganta, como cuando qu

unto totalmente confundida, y vien

antalla, me enseña lo que hay en ella. Muestra una ciudad cercana, el Bronx,

ue bien sabemos, es la realidad? Dentro de lo que nos costó llegar hasta aquí, en nuestra vida cotidiana e impuesta por las familias y el entorno que nos tocó, no se me hace tan descabe

lla me da una amplia sonrisa,

y me jala con prisa por los

de la edad para poder irnos. Lo más seguro será planear marcharnos de aquí cuando cumplamos la mayoría de edad dentro de d

sa, sublime ante el entorno en el que uno está acostumbrado a vivir. La realidad parece cambiar junto al compás del tranquilo movimiento de su agua de un verde casi traslúcido, y los frondosos árb

os vistos rojizos, y su pequeño invernadero a un lado de la entrada, repleto de plantas vivas y coloridas. El chico de cabello castaño está recostado sobre el césped, con su moch

ta a su lado, quitándole el c

ntándose y estirando la espalda—. ¿Qué hacen aquí tan temprano?

me lo pasa y lleno mis pulmones de ese humo que cosquillea por unos s

querido amigo? —ella imita un falso tono de of

igarrillo, y él quita la ceniza con unos toques con el dedo pulgar en la col

a mi pecho agachando la cabeza y escucho

n—. Haremos un pequeño viaje de última hora, y necesitamos documentos “ligeramente” modificados —

con actitud de oficinista nos observa atento—. Ahora, bien, defin

en sus ojos veo el destello de una macabra idea que, conociéndola tan

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