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Historia

Capítulo 5 Wintercearig

Palabras:1846    |    Actualizado en: 25/01/2022

6 d.G. Ciudad N

irle la puerta, y caminó por el sendero que separaba la calzada de la que era su casa desde hacía un par

ciaba de llegar a este lugar, de dos plantas, fachada lisa forrada de est

só con prisas, pasó por la entrada, para ver la escalera hacia la segunda planta, y caminó hacia la sala de estar, donde su

bia aparecer desde el pasillo. Ella no tendría más de diecinueve años. Era una humana de ap

ignoraban la realidad del mundo, escuchar a su secretaria parlar y parlar, tan solo relatando todos los com

acerse de esas cadenas, aunque s

de las garras de su padre, tanto como le fuera posible. Sin embargo, ese perfecto mundo que comenzó apenas semanas atrás

guibles a la distancia se apreciaron en su brazo izquierdo,

a mostrar y el estatus que estaba obligado a mantener. Necesitaba de muchas cosas para ma

un cincuentón, pero, en su cabellera y barb

rio no interrumpiría, ja

la muchacha con la voz apagada y áspera, llevándola se

ó caer su pe

ión, y él pudo ver el deseo latir e

ana, familiar lejano de una de sus hermanas menores, se había convertido en su alimentadora semanas atrás. Ella aún no se a

a oreja, hasta la clavícula de una Ailen que, segundo a segundo s

ncapaz de controlar sus deseos… Los humanos de ahora eran débiles en ese sentido

subir las manos a tomar los hombros ajenos. Luke pasó la lengua por la zona que esperaba morder y, entre leves

los hombros del varón; su cuerpo pegó un tirón de rechazo, per

más pronunciados. Ella comenzó a menearse sobre su amo en movimientos sugerentes,

abiano, el clan Veneto, tenían la particularidad de poder controlar eso: podían hacer que doliera tanto como la mis

efensores del pecado de la lujuria, y quienes mejor

o las escaleras, para después detenerse y mirarlo con curiosidad mientras se alimentaba, sino

ara ser su guardián, ha llegado —

undir sus colmillos en el cuello de una Ailen que gritó, a p

comenzó a reír, cegada por las endorfinas que la mordida le pro

, miró a Denisse, a Marco, y

legado con la mirada—. Creí haberte dicho que no necesito que nadie m

manos a la altura de su estómago, dispuesta

ado para usted la necesid

ue Marco solo cumplía órdenes, pero el deseo de matarlo

rario a sus deseos, el señor Blaise, hijo de Lord Kyburg, es el ú

s, después de más de ciento setenta años, las cosas no terminaron bien

en el que se me notificó venir aquí. —Lo miró con ojos gélidos, y declar

—espetó Luke. Blaise negó con la cabeza. En su cintu

n sentimientos de por medio, resonó en el rubio con desconcierto—. Mi padre y el señ

señor Malcom que te proteja, en la tranquilida

que vio un atisbo de dolor muy pequeño, en el fon

ngelante con intimidación. No estaba molesto con él, no podía, no sabía cómo… pero se encontrab

ó, para pasar al lado de Marco, en dirección a

nada, se fue tras él, escaler

.C. Imperi

mogénito varón de su gran amigo, Tomsk Habsburg, el nuevo patriarca del clan de los Kyburg;

vez pensó, decepcionándolo una vez más, enr

se ponía los pantalones sin prisas, tal cual el otro muchach

controlar, padre, y tampoco de

contra él, propinándole un puñetazo que

do ir en su ayuda, pero su padr

no te metas. —advirtió Tomsk muy serio

improperios en latín antiguo, siguió golpeándolo. Y el hijo jamás opuso re

uella habitación de dimensiones medias, a quedar

urrir, maldito bastardo! —vociferó Malcom Edevane en cólera y, po

lo hizo no responder a los insultos y humillaciones de su padre, m

sentimiento de profunda tristeza, relacionado con

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