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Historia

Capítulo 2 Derivé

Palabras:1736    |    Actualizado en: 25/01/2022

ue alumbró fue

arón, un patriarca. El orgullo, la gallard

G. Venecia, Territor

n vacío pasillo en tanto, detrás de él, un varón más bajo lo

staba; sin embargo, cuando tuvo que doblar a la derecha, lo hizo sin titubear. Apretó los puños y los relajó, en pos

—se anunció con t

scuchó con firme

su acompañante se detuvo dos

abitación y espera

sin protestar; dio media vuelta y emprendió caminata,

os eran, se dejó ver, sentado detrás de un escritorio macizo de madera oscura. Tenía la apariencia de alguien de cuarenta años y una

ia pronunciada apenas poner pie en la habi

in corbata. Cerró la puerta tras de sí y dio dos pa

egresar —soltó con pesadez

su hijo, solo para alzar la mano y abofetearlo con u

. En cambio, lo miró con una serenida

pondencia anunciando mi traslado a la Ciudad Neutral. No veo motivos para interrumpir mi viaje d

o parte de la nuca y por debajo de las orejas, y una barba mucho más

de nuestra familia en los últimos ciento setenta y dos años, Luke. ¿No pensabas dignarte a a

el cejo, y su ex

. ¿Acaso Marco no sabe cumplir su deber como tu chivo expiatorio? —cue

de buenos golpes ahí mismo, porque se los merecía, y porque podía dárselos; no obstante, antes

n de quién

—autoriz

, gozaba de facciones aniñadas: nariz fina, ojos pequeños, labios prominentes y muy rosados, y un lacio y b

a dama hizo una reverencia pr

ó su postura. Su voz era suave y fina, propia de su edad aparente, con mati

veinte, veinte y pocos como mucho, p

a verla, extrañado por su presencia en

e que aprendió a balbucear. Sus ojos, del color de la miel

orita, que corrió la vista a su padre, en busca de aceptación y, al obten

hilló con

y comenzó a acariciar sus finos cabellos. Ella era Den

—murmuró él, ella alzó el

o mucho que sufrimos todos en los años de la guerra, porque no sabíamos nada de ti? —r

razones —se disculpó él.

feliz. —Lo miró desde la cabeza hasta los pies, y el brillo de la

plaron con ternura

corresponder, pero no

al cuarto. El mayor regresó hacia su escritorio, y se detuvo al frente, para recargarse

deber como mis hijos, y como parte de la rama principal de nuestro clan —declaró

A partir de ahora, ustedes dos quedan compr

y no pudo decir nada, solo volteó hasta su hermano, que miraba a

—espetó Luke. Su voz

años, Luke, es hora de que cumplas con

re,

inter

ke —sentenció y dio un paso al

dera, se volvió aplastante. Denisse dio dos pasos al c

a sensación espesa y cálida se extendió. Luke l

quién crees que estás tratando, padre? —interr

rón. Se acercó más, llevó una mano al cuello ajeno y lo apretó, enterrando las uñas en la p

e que los veía con preocupación, pero sin poder meterse. Eran su p

menzó a brotar del cuello de Luke, cuyo mirar

a transformarse en frío. De repente, la temperatura del cuarto descendió varias decenas de grados, al

propio poder se vio disminuida y, al cabo de unos pocos segundos, s

es lo

nte —decretó Luke alto y con firmeza. Se dio media vuelt

ke! ¡Eres un Veneto! ¡Eres un Patriz

ignoró: abrió la puert

erecha y firme, su postura

; esta vez, el hombre que ahora regresaba a su escritorio y se dejaba caer en su silla, lanzando impro

aber nada con certeza, lo intuía

a vista en su padre, y

se haga tu voluntad, por

eriva, acabaremos de nuevo en el camino imp

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