img Ella no supo ser Julieta  /  Capítulo 6 6. Ocho de marzo | 25.00%
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Historia

Capítulo 6 6. Ocho de marzo

Palabras:4123    |    Actualizado en: 25/03/2022

clases cuando saltó de la em

—¿Por qué no me avisaste que vendrías? —murmuró contra su

mó la nana desde la cocina, antes de

er Cyia a su hermanita—. Ya viene el cumpleaños de

sup

rse a Texas para poder mantener la casa, puesto que Mia era muy pequeña y

galos —hizo s

a mujer mayor —Esta mañana te fuiste rápido y se me olvi

des tu obsesión con el a

itarme quitarme e

niforme y se colocó un mono blanco y una camisa suelt

o su hermana apen

y se echaron a

entras caminaban —Luces rara pelinegra y con pecas —opin

rón —respondió con simpleza—, sue

no dijo nada al respecto, enton

mábamos un café y de regreso pasamos por una librería —comienza a contar en medio de una risilla—. Se quedó pegada a la vitrina, embobada

gradeció, apenada—. P

ana. Cyia dividía su paga quincenal para costear sus gastos y mandarle algo a su pequeña fa

lo que sintió una punzada de culpa, no quería ni imaginar la canti

la, leyendole el pensamiento—. Además, ya sé que con el dinero que te mando a vec

da, su segundo nombre no le gustaba mucho—. Y no

starla —Además, el PDF es ile

rtaría, porque amo leer y estaría en el bote con ganas —se alzó de hombros—.

ó su hermana—. Toda u

l enfocar su vista al frente

Qu

inis

as hermanas debía pasar para llegar al centro. Unas estaban completamente desnudas, otras sostenía

do no se respetaban ni a sí mismas. Que destruyan propiedades porque simplemente les da la gana, par

oxígeno, soltó un la

asta ladridos, llantos de bebés, todo le causaba dolor de cabeza. Hasta hizo una mueca de repudio cuando pasó por el la

an un trabajo por creer que ser mujeres las hacía menos capaces, se entendía que quisieran legalizar el aborto si la persona fue v

egal para follar sin protección si les daba la gan

no: "Los hombres nos dicen aburridas por querer protegernos durante el sexo, pero cuando nos embarazamos nos dicen inú

dad de

una

es una invitación

garrando la mano de su hermana, quien la seguía por detrás para así escabullirse más rápido. Pe

color violeta, sus brazos estaban alzados, sosteniendo un cartel que decía en letras rojas y gruesas:

e su amigo, pero en vez de tener un cartel; aqu

uestionó la mayor, tocand

estaba contraído por una notoria tristeza, y el de Bea Francis no era la excepción. Sintió in

del cúmulo de gente. Antes de llegar al centro, vio a un hombre con su per

cuerpo una cartulina de cada lado, ésta decía: Estoy aquí para hacer j

e había causado

y se prepararon mentalmente para ir por un otra parte,

Cyia le engregó la bolsa de t

de la menor mientras su única imágen materna

bras de Grey —habló la mayor sin rod

or, con una mueca de est

los ojos bien abiertos, Mia suavizó su e

s —explicó—. Son atrevidos y...

s brazos en jarras. Su hermanita negó —Yo tampoco, pero sup

gustan —reiter

hermana cabizbaja por la pena, el atribulamiento repentino, o quizás ambas cosas; decidió explicarlo un poco más explícito—. Me refiero a que prefieres quedarte leyendo antes que salir de fiesta, prefier

o y los dos pares de o

tener la certeza de que no seré tía pronto porque no tengo una hermana irresponsable —se llevó una mano al pecho

bro. No me llama la atención, o sea, he leído escenas +18 en las otras historias, por supuesto. Pero, ¿malt

rmana —se tiró en la cama—, al menos ya no; los chicos no regalan flores, no te escriben cartas ni te dedican canciones

ta por mucho tiempo. Porque me gusta imaginar que soy la protagonista de esos libros de amor —sonrió—, y me g

uchero—, el libro es fam

a incontenible, a lo que s

a de que

s con que creíste que me gustaría un libro sólo porque es famoso. Es famoso porque a las

tagiada de la risa porque lo que dijo

a diversión—. Vendelo y compra otro q

buscó en su maleta los

a que le gusta —colocó el pr

a de transparencia floreada del mismo color. Un cinturon que aparentemente era de oro puro separaba la parte de arriba de la gran falda que comenzaba a descender desde su vientre, la forma de aquel cinturon era la de

ba a la chica, parecía más bien una estrella, dentro de éste destacaba la imágen de las alas de un ágila. Fue como si por primer

de la chica, fue el título del libro en letras de color dorado al igual que la tiara.

por delante de la cara de la aludida—, ¿qué pasó?

por su portada, pero... —las oraciones le salían con un hilo de voz, así que carraspeó su garganta u

de ello—. Vendida es su libro favorito, dice que el reino en el que se basa es el diminu

misma e

ando a la pelirroja con incredulid

ivinó lo que iba a preguntar su hermana cuando por el rabillo del ojo la vio abrir la boca, entonces añadió—:

da, pero la comes tanto que te aburre y quieres otra cosa. Con tu canción favorita, llega

ientras no sea mi caso, leeré la triste histor

abitación hizo que la pecosa

na —dijo

e las hermanas un cuerpo que ni e

que toque esta puerta o qué

lo, la emoción de sus nuevos libros había suprimido momentáneamente el enigma de querer sa

r gris, una camisa deportiva anaranjada y zapatos del mismo color de la tela que le cubría e

iguió—. No sabía qu

con el libro entre las manos—.

amiga—. Ehh... Te traje esto —dejó de esconder la mano tras su espalda para dejar a la vista una hermosa

r mientras se levantaba—. Los dejo solos, voy a ver si a la

labios minutos atrás "los chicos no regalan flores, no te escriben cartas ni te dedican canciones" hizo una m

a cómodo, pero tampoco tenso, más bien era inefable. La extrañeza de Mia se esfumó apenas vio la

ía dicho —deseó el castaño, aún intentando orn

ue me regalaba flores era mi padre —aga

el sentimiento de pena lo aco

cia de mi parte —curvó sus labios hacia abajo s

cabeza con sus ojos comenzando a empañarse

nrió forzada o sinceram

r no haber podido acompañarlas a tu abuela y a ti en esa cena

obsequiaron—. De hecho, podría jurar que mi nana se siente feliz de que es

ent apareció de repente y se subió al regazo de Eliot, dándose calor con la tela gris de

comentó la

amió sus

s del servicio de cable y así —arrugó las cejas—. Hasta a mi abuela, en el mundo yo era la única persona a la que toler

de la mascota de una sola oreja—, es tu felino, quien es muy selectivo por l

smo color que las suyas, pudo ver en éstas la entrada a su alma pura, inocente y virgen de malicia. Y un leve rasguño fue lo que sintió en la parte izquierda de su pecho, sabía que dañaría a l

uida de unos golpes a la puerta, sacándolos a a

sin dejar de sonreírl

en los escalones con el mestizo descansando en sus piernas. Mia sólo leía los primeros capítulos de su nuevo libro, férrea a las páginas, sintiendo su entorno disperso, fu

ngular olor a tierra mojada danzaba en el aire, al compás de la naturaleza y el color verde como su escenario, el deleite olfativo

e una sola planta, con sólo dos habitaciones

mucha más paz al chico de la que le traía su propio hogar con todas las comodidades habidas y por haber. Y es cierto eso de que no se trata de tener

a su vida cotidiana, sino él mismo y su nato defecto de no

otas que se colaban en la conversación y riendo por lo que causaba gracia. En ese momento supo que ese era su lugar, que

a comenzado a sonar dentro del bolsillo de su pantalón. Era

que pronunció

oger el vestido que usaré para la fiesta, t

nfortaba tanto, ni de ella. Pero tampoco quería que su amiga se enojase con él, más bien le había ca

veo en la plaza y de ah

cuidado en el piso quemado, se adentró a la casa a despedirse de Cyia y la señora Gertrudys que se encon

iba a hacer café —i

maré ese ofrecimiento como un motivo para

ontestó la nana, regresando su vista a los

hasta

no se percató de su presencia ni porque la brisa dejara de abr

tento de colocar su atención en algo que no fuera l

mejillas, haciendo sonar un beso q

únicas dos palabras q

al castaño antes de que se perdiera por las ca

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