img Ella no supo ser Julieta  /  Capítulo 9 9. Un viaje con Vincent | 37.50%
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Historia

Capítulo 9 9. Un viaje con Vincent

Palabras:2213    |    Actualizado en: 25/03/2022

gar. Gertrudys removía la tierra mientras Mia cortaba la maleza de algunas plantas en lo que conversaban so

mangos para un jugo y Gregorio —el padre de las hermanas —salió corriendo, me dijo "Mami, ven a ver este nido de mariposas" y cuando fui, era una mata de plátanos. Él cre

vergüenza cuand

echando que aún eran las diez de la mañana. Al salir, escuchó una campana sonar a lo lejos, tal

la mujer de tercera edad —¡Hola, nana! —la abrazó y le besó la piel arrugada de las mejillas como si tuviera siglos sin verl

ue Eliot era de esas personas que te transmitían alegría de sólo verlo sonreír abiertamente. Mia se si

nuevamente para asegurarse de que su amig

a voz de Eliot, éste lo alzó entre sus brazos a

habían terminado de retocar el jardín, Gertrudys asintió repetiti

ole por un lado para echarle agua a unas

ré dos cascos —bajó al gato para ir a buscar lo mencionado, el mestizo lo sigui

olocara el casco. Al ver en la canasta de la bicicleta un lien

—señaló l

a al gato y me lo pones en el regazo cuando te diga, por favor —precedió a montarse en

tás

o con una ceja enarcad

vamos a llevar

ncent él mismo para ubi

s a llevar al gato

emente por el aire cuando los chicos y

te sitio? —inquirió la pel

c con unas amigas y me habló de él. Pero no había venido hasta ahorita —exp

a persona a quien llevaba a ver tal sitio. Ella curvó sus la

s los zapatos —pidió, volviendose a la bicicl

otra de las cosas que llam

ra quitarse los zapatos y agarrar la bolsa de las pinturas y los p

e la belleza de la flora en plena primavera. Flores de diversos colores se esparcían a lo largo del amp

cuando vieron un sitio donde no había tanta grama. Vincent se acostó a

aste una biciclet

andar todo apresurado porque sino te dejan botado. En cambio con la bicicleta llego rápido y sin tener que pagar pasaje si en tal caso

en tu lógica

el rabillo del ojo—. Y compré la bicicleta anaranjada p

sonrió, achin

ciar el pelaje del felino que se había subido sobre su abdomen, e

a —el castaño señaló una nube en

do para obtener una m

ante —siguió él, seña

ón —Mia señaló con s

mes —él vol

uscando alguna otra f

nubes parecen a

squeó l

parece una b

ocarse boca abajo para no soltar sonidos de cochinito

es para e

ntrarse con la inmensidad del celeste—. Este lugar es bastan

calor en esa estación —dijo, sonriendole a la ma

na de color —colocó sus manos sobre su abdomen, viendo hacia un

ras acostado sobre una almohada intentando descifrar en qué momento c

mi vida con los cambios acromáticos del cielo, sé que algo va a pasar, pero no lo veo venir sino hasta que ocurre. Me gusta obsevarlo los días nubla

cielo —interrumpió Mia en

. Me encanta el cielo —la

a lo largo de sus mejillas cada vez que el castaño le decía algo bonito, quizás eso fue lo q

había llevado con su santa calma. Alineó los pinceles a un lado del suelo y las pinturas al otro, puso el lienzo bla

¿Le pasará a él lo mismo que a mí? ¿Por qué sonrío si sólo veo las nubes? Ese cuestio

darse cuenta de que Eliot había planeado todo aquello. Sólo siguió mirando al infinito celeste al que llama

l al cabo de unos diez minutos—. Y que

dolo exactamente como su amigo se lo había pedido—,

su vez, el gato fue probablemente su propia creación favorita. Cualquiera que se acercara a ver la pintura, creería que de verdad era un mestizo atrapado dentro de un cuadr

ando te gradúes? —inquirió la pelirroja cuando su

tudiar teatro, pero e

voy a la biblioteca a leer sobre

evó amba

ías por la lite

es leer el talento de los demás, plasmado

son la mejor manera, así todas las generaciones sabrán quién fuiste y dejarás un

ot? —preguntó, pro

el labio inferior antes de seguir—. Pero no l

ó para que su amiga pudiera contemplarlo. Mia abrió

s tonalidades de verde, flores de diversos colores entre la grama. El rostro de Mia estaba pintado tal cual era, las expresiones, facciones, todo, la similitud era bastante difícil de creer. Sobre su naríz

r a través de una ventana, el

con los suyos—. Algo me dice que detrás de esas grandiosas melodías que tocas, esa voz tan pasiva y e

pronunciaba la chica, quiso sonreír de nuevo para disimular la in

on por el puente de su naríz y se

minutos —escribirás cuando tengas

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