Se despertó en mitad de la noche, envuelta en el abrazo de Máximo. Sonrió al respirar su maravilloso aroma y sentir el calor de su cuerpo contra el propio; sin embargo, tenía sed y, por desgracia, el agua estaba en el otro lado de la cama. Abrió un poco la cortina para ver mejor la habitación; como él estaba profundamente dormido, no se dio cuenta. Se levantó despacio, cojeando a causa de la herida, y fue a buscar agua. Cuando se dio la vuelta para regresar, su mirada se posó en Máximo, que estaba tumbado con el lado derecho de la cara ligeramente girado hacia otro lado. Aunque apenas podía verlo, vislumbró los daños que el fuego había causado en su rostro. Tenía la piel arrugada y poco atractiva, pese a ello, no le parecía tan repulsivo como decía ser. Asimismo, se dio cuenta de que su párpado resultó afectado.