al que las semanas. Era un nuevo día, dónde
a pudiera estar un poco más tranquila. Irene, una amiga de Cecilia, era quién iba una vez al día a casa de Estela para cuidarla y veri
grita Sandra
ita? -Le responde la chica, quié
pregunta, al ense
cilia con energética obviedad, c
ceño-. ¿Crees que esto está bien lavado y planchado? -Le tira el vestido en la cara. Quiero, que para la próxima,
erró los ojos y meditó. Eso la ayudó a relaj
ebes aguantar. Hazlo
.
prendido de haberla visto-. Hace mucho qu
equeña sonrisa, pero lo miraba con seriedad. Lo
ma -Se la comía
e irme, mi novio me está esperando -Siguió subie
cuanto termines con él, ya sabes dónde encontrarme -Le gu
os lados, suspiró y
. No saben guardar la compostura, pero aquí, es vital tener paciencia pa
o le venía haciendo desde hace tiempo la molestaba. Sin él saberlo, estaba creando un ácido resentimiento en ella, una fuerte amargura que le traería serios problemas. Romina no se iba a quedar así, en el fondo sabía que a Gustavo le sucedía algo y fuese como fuese, lo averiguaría... Estando en el pasillo, Romina rec
horts y medias negras. En su rostro tenía una sonrisa de triunfador, en el fondo él sabía que ella iría. Romina le sonrió, elim
n sus pensamientos. Sí, se besaba con Germán, pero tenía a Gustavo en su mente, sólo
a de la exitacion, dudó unos instantes en
na, Romina comenzó a llegar al borde del placer. Entre besos y jadeos, él le quitó la falda y pudo admirar la hermosa figura de la chica, aquellas caderas, esa cintura tan delgada, eso lo excitó más y, Romina sin poder resistirse tocó su verga erecta. Le tocaba, movía la mano de arriba a abajo, haciendo que Germán jadeara y gimiera de placer. Ya los dos se encontraban alcanzando el nivel máximo de placer, sin poder de
eslizaban por todo su cuerpo, tocando sus redondos pechos. Pero ella quería probarlo, así que comenzó a moverse hasta que su cuerpo quedó de tal manera que él siguiera besando su clítoris y ella pudiera probar su miembro y, realmente
o de ella. Movió su cabello para besar su cuello y sus manos jugaban con sus tetas; mientras gemía, Romina movía sus caderas para hacerlo más placentero. No paraba de gemir con fuerza y él tomo su rostro par
e ella, Romina soltó un suspiro. Él miró hacia abajo y sintió una humedad en sus pelotas; se dió cuenta de que ella había tenido su orgasmo. Él sonrió y siguió moviéndose, de tal manera que ella lo gozaba. Se movía más rápido que antes. Besó su cu
rir. Se acostó boca arriba, con su brazos detrás de su
las escaleras y salió de la casa. Algo que ella no sabía, es que, Maite la había visto salir del cuarto de G
a mucho. El sentir la tela de su tanga rozarle allí abajo, se excitaba más. Se alejó de la ventana y se acostó en su cama, sin dejar de rozarse. En su mente, tenía la imagen de Bruno, se tocaba al pensar en él. Podía imaginarse, estando con él. En su habitación, los dos solos. Él sobre ella, la besa, lame su cuello, luego baja a sus pechos, lame sus pezones y los succiona. Ella gime, porque Bruno le provoca una excitación monumental. Ella se desespera por tenerlo todo dentro de ella y mientras se besan, ella con sus ma