* * Bayá * * *
harás
o; y mi socio y amigo se ríe—. Ya te lo dije una vez, Ramsés, y te lo diré ahora, pero no qui
contigo... —continúa riéndose—. Cómo m
s importantes que
cidido quedarme a acompañar a mi MEJOR amigo en
JUEGO —ord
ate, hombre. Es
a la divers
con sarcasmo—. Creo que, si no me
repito con ma
lo amenazante—. Ay, dios... No sabes cómo compadezco a la pobre mujercita que esco
SÉS. Mejor hable
ue ya t
y yo no me casé para recibir reclamos o gritos de nadie. Y MUCHO MENO
aún sigas resentid
NTIDO —preciso con molestia,
mucho menos de un
mbiemos d
S SUP
lla
era una bu
o me i
s mujeres so
alabra má
mejor ami
rto muy firme al girarme a
, no tengo
—advierto;
"Bayá", yo sé que, muy dentr
Maxim
s mujeres porque tu ex novia te dejó plantado en el
am
SUPÉRALO. Dana
go nada p
... —exhala con pesadez— no conozco a tu esposa, pero..
ara advertirme
comportes como u
es? —pregunt
a cualquie
es remordimiento alguno cu
siempre soy claro con ellas.
r me voy. Esta
—. Bueno, a mí tampoco. Solo te a
una des
que tú la escogiste y, aunque sea una aparecida de la nada,
di mis
o, aun así, no creo
unto mío. Y a
dó
tral al mirarlo—. Dos muje
s. Acabas de cas
a condición
es es
ntrato. Nad
o que er
lo que dice
osa se respeta…, así sea de me
os para mí..., mucho m
la familia —acusa—. Se
obsoletas, Ram
ras, pero ya no
eresado y luego, me levanto de
epta uno de mis h
le digo al caminar ha
—precisa; y yo me dete
to; y él me mira co
—titubea
odo tu tiempo —articu
nformar que la señora h
humor—. ¡¿POR QUÉ LA DEJARON SALIR?! ¡¿A DÓND
..., s
TITU
perdón,
cho la voz de mi amigo—. Suel
diotas! —insulto al soltar
que la señora dijo que usted le
he dado nin
o fue lo q
! QUIERO SABER DÓNDE ESTÁ
de mis hombres. Le pidió
onces está
, s
MO Q
hí, la señora pidió que
la dejaron entrar sola? —p
la casa de
auto—. ¿DÓNDE ESTÁ LA SEÑORA? Porque ya no creo que
, no.. no... no s
niego al gol
mate —me p
que me calme cuando sé que
La encontraremos —me dice, pero yo no hago más que quitar sus manso de mi saco y entrar
iles hombres de segurida
esposa —precis
vas? Te
idad—. Que vayan a la clínica Gibraltar. Ella debe e
.. —mencio
firmo y, sin más, e
* * * * * * *
* * Merlí * *
l continuar acariciand
urra al contin
ar lo que diría—, pero debo air trabajar —le miento, ya que, si le decía la ver
amor —musita
e termine tu tratamiento, abuela... —informo
as a esa persona de buen corazón q
e lo haré
ríe contenta y tranquila; y
ara curar su enfermedad cardíaca. Me sentí mucho, pero mucho más aliviada y feliz de verla muy bien... y eso era lo único que necesitaba para darme cuenta de que, tal vez, el trato con ese tipo no había sido tan malo, ya que mate dos
. aquel hombre no había osado a tocarme y eso me tranquili
ea tan mala pe
o al que le gusta am
rros que muerden y no ladran», preci
r, ¿tod
ricio su frente— solo
n p
rudos que son los más mansos de todos —d
Tienes unas
rarla—. De verdad, me encant
, pero no puedes d
uelita, pero te prometo que
la virge
n beso en su frente—. Te amo
é todo el dinero que había ahorrado (el cual no era mucho) para llevar a mi abuela a un hospital, pensé en ven
s" —musito al pensar en si tomaba un taxi
día —s
egunta, ¿usted co
rgar
o de recordar el nombre que me dio el hombre de seguridad que hizo de mi chofer y el cua
uiera decir
HAM! —exclamo; y
argaritas". Lo que pasa es que hay otro lugar llamado i
racias —le digo
a en el taxi, me bajo de aquel
aún no has llegado a la casa —preciso desanimada, ya que el hombre no pudo dar
adie me daba razón alguna y yo no
reconocer la enorme avenida (la cual se veía muy desolada)—. Bonito, pero da un
o hasta que, de pronto, a lo lejos, d
co más mi paso para llegar más rápido cuando, de repen
gos o qué?! —les reclamo— ¡¿Pudieron haberme llevado?! ¡Caray! ¡Me habrían matado! —exclamo mol
* * * * * * *
* * Bayá * * *
vo visitas —exijo a
jo que se
ida Escalante v
ste
—le entrego mi docume
or Costantini, la señora recibió la visita de su
y media, ¿e
o. Le hizo muy bien a la señora De Fernand —enfatiza,
—me pide Ramsés, al e
horas y no hay rastro de ella! —increpo—. ¡SE ESCAPÓ!
TRANQUI
SA MUJER QUE SE
ay
Ramsés! ¡No
ay
ncio h
Se
pasa?! —pregu
el jefe de mi seguridad
? —pregunto y él pone
o la imagen de la mujer a la que acababa de hacer mi e
ES ESTO! —grito a
nta Ramsés al recoger el móvil
N FUE?!
a señorita Danaí, seño
contesto de inmediato, al ver un número desconocido)—. Quien sea, le pone un dedo a mi esposa
saludas al a
mujer y m
n te extra
NDE
arga sensual
—pregunto má
ción de exigir. Tu harapienta está bien —articula
o tengáis tú y ese cabrón, pero a mí no me metan
er a Danaí al a vez que
ATREVISTE A TO
mujer —me responde con toda seguridad—. Tú y tú, enci
CIMA Y TE JURO QUE ME SUPLICARÁS TERMINA
rías eso.
E LO HARÉ
horas, en nuestro lugar especial. No