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Historia

Capítulo 4 Mucho gusto

Palabras:1375    |    Actualizado en: 26/07/2023

la ir y, en el caso de sus socios, matarla, como en cualquier otro caso que no fuera especial. Sin embargo, esta vez no se trataba de un caso cualquiera,

a dejar de lado esas ideas. No había dormido en toda la noche,

había pasado la noche en un estado de somnolencia, pero sin duda había sido su guardián de sueño. A pesar de esto, no

ocios murmuraban entre ellos porque él no había pasado la noche en la cabaña, especialmente Milena. Su

político, incluso tuvo que hablar de personas que le dolían en el alma, sabiendo que tenían esposas e hijos pequeños y que podrían ser asesinados de la misma forma que el regidor. Todo es

todas sus preguntas, he soportado sus malas respuestas y tratos. Solo pido, de

des de narcotráfico o el lavado de dinero proveniente del tráfico de drogas. Tu regidor, querida, estaba involucrado con nosotros en todas estas actividades delictivas para lucrarse, al igual que nosotros. Y de repente, al querer aparentar ser un pol

urgoneta de drogas le costaron su vi

ado. Sus socios cumplieron correctamente con su parte. Él solo podía mirar a Eileen y tragar s

habitación— dijo Marcello

e pie, pero Mi

ión? ¿O al patio?— pr

arcello la miró y luego

nos— l

imos aquí y no saldrá viva de este lugar. Al menos eso es

gusto intentó que

s...— Augusto intentó hablar, per

orrió peligro al ir a la misión con los demás hombres para matar al regidor. ¡Y Augusto te llamó para confirmar si podíamos se

o su cuerpo se tensó y no pudo hacer ot

daré la orden tampoco

sacó su arma de debajo de su chaqu

Marcello dio la orden a sus hombres

u cabeza habrá volado en pedazos— Marcello también l

rma. Ella no podía ni podrá con la

én del brazo y la arrastró con él, obligándo

sucedido a su alrededor. La sacó de la pequeña vivienda y l

le gritó una vez más.

res tú para impedírmel

oy tu socia y te lo prohíbo— gr

del mafioso le puso

No mi mujer — le dio una cachetada

y a matar, ni porque tú lo quieras ni porque el mundo lo exija — le dej

no te la voy a perdonar. Ni esta,

o estoy obligado! —Marcello hirió profundamente el orgullo

enta de que Eileen estaba en un estado de pánico. No pudo c

, sintiéndose segura en medio de la oscuridad. Lloró con fuerza mientras él la abrazaba y a

Marcello —

... nadie te hará da

ignificaba que ya no podría

leen — entre sollozos le respondió lim

ra una presentación pero, de esta maner

trató de limpiar sus lagrimas con su pulgar. No

llí estaremos a salvos tu y yo. Nadie conoce de mi ubic

hecho por mi, puedes llevarme a donde quieras. Te juro que sí.

la calló estrujándola un

había visto en puras peliculas. Sin embargo, se sentí

cosas por hablar. Demasiadas

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