img En los brazos de Marcello  /  Capítulo 7 Puntos claros | 35.00%
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Historia

Capítulo 7 Puntos claros

Palabras:1213    |    Actualizado en: 26/07/2023

r omnis

lamas? ¿Hm? ¡Qué guapo eres! — exclamó Eileen mientras

a se miraba difícil con alguien a quien domar en casa. Sin embargo, mie

esa a Eileen, mientras que el perro le dejó de pres

la odiosa de la muchacha—acarició a su mascota

pero el perro volvió a su lado, l

ello —¿Verdad que no? el burro hablando de orejas —agreg

e acercó u

o dij

—respondió Eile

le pidió

respetuosa— conti

iosa— Marcello bufó, negando con la cabeza, d

n luego de su comportamiento rebelde y negativo. Sin embargo, le agrad

ño. El mafioso sonreía muy a gusto, tanto que Eileen no podía evitar mirarlo fijamente, admitiendo que era muy guap

resara a sus brazos pero no hizo más que tumbar a su dueño

cia a Marcello. Kairo h

ro estas palabras, corrió de regreso hacia donde Eileen. Lo que la dejó rígi

rumpida por las cosquillas de Kairo en Eileen, cuales le prov

se por unos segundos mirándola reír, procedió hacer lo que mejor se le da

pre y cuando, su padre no crea tener nada

vimos a Kairo— Eileen pensó que Marce

que nos divorciamos— replicó Ei

í, soy un caballero— aseguró Marce

a la vez despegandole un brazo. Arrancándole un lado de c

has visto. Has mirado como he sido contigo — dejó

ra la pared, me has sostenido las muñecas y has dejado en mi piel tus d

que te dejara con los guardias y me fuera a dormir a la cabaña, donde tenía una espaciosa y cómoda cama esperándome, pero pr

le erizaban los pelos

ieras la vida. Me volví loco y perdí el control cuando estuve a punto de volarle la cabeza a mi socia de ocho años p

l instante en que ella r

abía que era el malo, no tenía in

habitación, como te mereces, y he tratado de no ser contigo como lo soy con todos, porque me gustas. ¿Es eso lo que querías oír? Te lo digo. No sé qué mierda vi en ti, pero me quedé engan

ió mal y con c

esayunar aquí en el jardín?— interrumpió una de las sirvi

ñora con mi presencia, comeré arri

me haga compañía — se dirigió ella misma a la servidumbre.

ue..— Eileen l

lo mordió su lengua y guardó silencio, incapaz de negarse a su petición. La s

es de mi compañía?— pregu

más— respondió Eileen,

tratando de calmar sus emociones. Reconocía el po

rla, mientras que, con el resto del mundo, prefería

le hacia falta que el mafi

l infierno que puedo ser",

a ser el consuelo, el apoyo

ntrar un extraño equilibrio entre sus personalidades opuestas. Ambos se sorprendieron de cómo esa in

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