ítu
do sentada sobre el sofá de mi propia casa. Las manos calientes de mi jefe tocaron mi rostro, pero en e
una mujer le hacía un desplante como este, más sin embargo y siendo
i vagina. La sola idea me hizo estremecer, pero no de una buena manera, ¡¿Qué carajos estaba haciendo
erraron sobre la carne de mis muslos. Lo escuché suspirar profundamente, como si la lujuria
imprudentemente los labios carnosos del presidente de la compañía Maxwell Electronic sobre mis muslos. Sus ma
ernas. Mi cuerpo dio un respingo al recibir sus labios fríos sobre mi piel sensib
gras de su cabello—, señor Maxwell, ¿Qué hace?—, pregunté abr
usando, sus ojos se veían oscuros y algo poseídos; Damián rel
ás sin embargo mi jefe acercó un poco más su rostro hacia mi vagina y susp
as tan vergonzosas—, Amelia, ahora voy a rodar un poco tu braga para probar, ¿de acuerdo?—M
él; una de sus manos apretujaron uno de mis pechos, mientras que la
su fuerza alzó mis glúteos hacia arriba. Maxwell se arrodilló para
ración golpeó mi centro, pero terminé enterrando mi cabeza en el espaldar d
con su lengua y luego de eso todo se volvió blanco para mí. Mis gemidos inundaron
en miles de orgasmos. Mi pecho comenzó a subir y a bajar,—Señor…—Susurré pausadamente ya que mi cuerpo estaba sufriendo una extrañ
mpañía más grande de Estados Unidos se iba a asear en mi humilde baño. Mis piernas me obligaron a levantarme, y corrí hasta un cajón
de baños al escucharle entonar aquella pregunta, como pude me giré para mirarle a los ojos—, ¿pretendes que viaje hacia mi edifi
río mirando hacia su lado derecho—, lo siento, no pensé con claridad, yo…—De repente, el
decoraban su rostro.—Señor, ¿Qué es lo que hace?—pregunté al recibir sus toscas manos alrededor
la vergüenza que sus palabras me provocaban—, ¿por qué jamás vi esta par
modelos, ¿crees que alguna vez fijarías tus ojos sobre alguien como yo?—No pude evitar comenzar a reír—, no estudié en una universidad de élit
obre mis caderas—, ¿Crees que eres menos que ellas
maquillaje y de la ropa que usaban, tú mismo me dijiste que me deshiciera del collar que Charles me había regalado
entir las lágrimas es
ir claramente—, yo… Yo lo lamento…—Y sin previo aviso se adentr
. Como pude corrí hasta mis cosas para huir de aquí; más sin embarg
—¡Señor Maxwell!—, grité empujando la madera de puerta, pero no funcionaba. Mis piernas corrieron hasta e
nte de la compañía Maxwell; mi respiración se volvió agitada al
ra hacerlas reposar sobre mis muslos, como pude alcancé el pote de antidepresivos de mi jef
falta de sueño…—Sus manos rodearon mi cintura—, nece
s pesta
tan c
uelo para ayudarme a levantarlo, con algo de dificultad abrí la llave de la
.—¿Está bien así el agua?—Cuestioné midiendo la temperatura de esta—. Lamento no tener aquí los aceites que usted usa, pero…—Su mano tomó
arme un po
ace poco en el supermercado. Luego de un rato el señor Maxwell salió del baño con mejor semblante gracias a los medicamento
uego verle tomar el líquido caliente con pausa. Las mejillas del pr
dormir
mejilla
o en la sala...—Me levanté para buscar algunas cobijas, más sin em
par de veces la almohadilla del sofá
abrieron con exageración al verle
deante y evitando mantener el contacto visual conmi
rminé maldiciendo cuando mi mirada y
jos luego de un largo minuto de silencio.—Eres una chica inteligente,
gando, señor Maxwell?—, sus ojos se
cosas bonitas
as hebras negras de Da
de él se aferrara a mi cuerpo.—Otro día comenzaste a tirar las cosas de tu oficina y un jarrón golpeó tan fuerte mi cabeza que estuve hos
z quisiste
con quien quería casarme me había fl3diobo y por nada del mundo podía vol
aberte colocado
dice tocó
i trabajo, aunque tus burlas constantes sobre mi físico me dolían mucho… Amaba usar labial rojo, pero te bu
s se ce
ias, ¿
ir…—Suspiré ho
erd
antó rápidame
entrada, aunque tuvo que detenerse cuando su cuerp
ejé acostado sobre mi cama. Sus ojos se cerraron delante de mí y apagué las luces al da
e su apartamento y de prepararle algo de desayunar, el señor Maxwell log
media de la mañana, ya que a las ocho debía
una pequeña bolsa negra y frunció el ceño apenas se lo di—, tu colchón me dejó con dolor de cuell
su espalda tan erguida
er sexo con usted, señor…—Respondí tajantemente
aletas—, esta noche habrá una fiesta en la un
?, ¿f
igues siendo
vez más hacia mi habitación junto con el
a; Pedro nos recogió en la entrada de mi edificio y nos llevó hacia el aeropuerto
nos administrativos de university central Florida, nos llevaron hacia un enorme auditorio
es del lugar, la directora y otros altos mandos de aquel prestigioso instituto le dieron la bienv
entre los jóvenes, es más, si alguien algún día se diera cuenta de lo sádico y perverso
comodé su corbata para que por fin pudiera subir al podio. Algunos alumnos se levantaron p
en este lugar con ustedes, a mis treinta y seis años de edad, y luego de una larga lucha por cumplir mis sueños,
licitándolos por cumplir sus metas de vida; rodé los ojos al presenciar como un grupo de chicas a
bio de ropa para la fiesta que la universidad Central de Florida estaba otor
o un perfecto traje de tres piezas de color azul oscuro que resaltaba el color precioso de sus ojos. Su cabello lacio se en
l rojo que me estaba aplicando en los labios sobre el
de una marca de lujo justo en el toca
an muy suaves, así que no se me co
…—Intenté dárselo,
en mis manos, sin embargo mi corazón comenzó a latir co
servar el collar de per
dos gruesos y larga sostuvieron las costosas p
né retrocediendo al observar clar
urré intentando quitármelo, pero el empresario tomó mis
la cabeza lo dijo?!—, sus manos tomaron mis hombros g
rrieron tod
, Amelia
ermosa
punto de
merece e
labio i
o, s
ser venerada como
star el cierre de mi zapato; cada vello de mi piel se e
miá
me
mpresa, entró a la habitación sin ni siquiera tocar; la mujer nos quedó
ando por encima de ella y dejándonos completamente solas. La chica bajó
ia la zona de baile del hotel,
son la imagen de mi empresa—, la asistente y yo asentimos con la ca
l sentarse en una mesa con otros hombres poderosos al igual que él. Con una enorme s