img El prometido al que subestimó gravemente  /  Capítulo 2 | 10.00%
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Historia

Capítulo 2

Palabras:1302    |    Actualizado en: Hoy, a las 10:27

s, se había ido, arrastrado por la misma estructura de poder que siempre había despreciado. Sus intentos de resistirse, de volver con

. Lo había bloqueado. Borrado. La leyenda del Rey y la Reina de Monterrey estaba m

por un ardiente deseo de demostrar que estaba equivocado. De demostrarles a todos que estaba

El dolor me alimentaba, una energía oscura que agudizaba mi mente y embotaba mis emociones. Trabajaba sin descanso, du

itos silenciosos bajo el pulido exterior, la mujer frágil tambaleándose al borde del abismo. El dolor era

una amenaza tangible que igualara la tormenta dentro de mí. Me encontré en una carrera clandestin

oca monta que pensaba que podía llenar los zapatos de su tío. Había perdido una parte significativa de las propiedades

rada fija en la

ló Marco, acercándose. Sus compinches se rieron-. Se rumora que se escap

amente hacia él, más fríos

ando demasi

onido áspero

subirte a un coche y correr. No conmigo. -Señaló un muscle car tuneado, su motor rugiendo con impac

a oportunidad de sentir algo, cualquier cosa, que no fuera el dolor sordo de

z firme-. Pero si gano, te arrastrarás hast

e ensanchó,

to h

de mis contactos. Mis manos se aferraron al volante, el cuero frío bajo mis dedos. El pistoletazo

, no respondían. Marco. Había manipulado el coche. Una risa fría se me escapó. Por s

r. El velocímetro subió, desdibujando el mundo exterior. Una curva cerrada más adelante, que llevaba directamente a una caída en picado por el

borde del acantilado precipitándose hacia mí. Cerré lo

de lado, lejos del precipicio. El mundo giró, una cacofonía de metal chirriante y cristales rotos. El cinturón

s. Un dolor punzante palpitaba detrás de mis sienes. Mi brazo gritaba en protesta, torcido en un á

era familiar, pero extraña. Una sacudid

o. Parecía que había pasado por un infierno. Me estaba sacando de los restos del coche, sus manos suaves pero firmes. Mis ojos se des

ras espesas de dolor y alg

s de Carlos, que había aparecido milagrosamente, y luego se dirigió hacia Marco, s

y tembloroso

Rompió las regla

por el cuello-. ¡Manipulaste su coche, cobarde

iertos de miedo, aferrándose a un hombre que se parecía sospechosamente a su "hermano" que Garza había menciona

o sedoso, goteando

No le importa nadie más que ella misma. Las palabras de Damián, repetidas por Ámbar. Una oleada de amar

ignorando la protes

na, desprovista de emoción

ró, sus ojos

licarlo. -Dio un paso hac

con un jadeo t

o mareada. -Se tambaleó dramáti

Mi mirada cayó sobre sus suéteres azul pálido a juego, un símbolo de su nuevo y puro

amargo en la boca. Realmente e

e alejé, la adrenalina de la experiencia cercana a la muerte desvaneciéndose,

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