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Historia

Capítulo 9 IMPULSO

Palabras:5693    |    Actualizado en: 26/06/2023

semanas desde que Gabri

más agradable. Liz sabía que no era algo de lo que alardear, que era lo mínimo si se buscaba ten

jo Gabriel, obsequiándole

l cambio. Aun detestaba que la llamase por su nombre de pila, pero lo de

saludó Liz, y correspon

cada vez le era menos tolerable. Era consciente de que Lizbeth solo estaba s

hoy? —pregunto Gabriel ante

ó con la

llamada de la secretaria de Don Will. Me pidió

a cabeza antes de enc

bre su escritorio y se dej

udo haber surgido a Will, uno de sus s

el su

ser un hombre confiable e independiente. Ambos, habían llevado a ca

sucedía. Ya lo llamaría más tarde. Confiaba en que no fue

d de acercarse a ella. Ni si-quiera con alguna pobre excusa que les permitie

isma manera. Gabriel no había descubierto este suceso por gusto

ontraron frete al ascensor. Liz le dedicó una sonrisa nervios

ionarios se les unían en el elevador,

res. Por lo que Liz y Gabriel habían quedado tan junto

gran cuerpo para evitar que la aplastaran. Él podía sentir la mirada de su sec

uedó más opción que apegarse más. Para cuando el ascensor llegó a

z se diera cuenta, Gabriel se habí

tráfico humano que se aglomeraba para llegar rápidamente a sus puestos. Aquí se dio la primera casualida

acía para recibirlo, se llenaba. Deseo tener un ascensor privado, pero la i

briel quedó fascinado con aquella imagen. Incluso disfrutó ver como la respiración de Liz se volvía irregular pese a que ella hizo

atención. Era divertido y atractivo ver como trataba de esconder sus expresiones, cosa que se le daba fat

ajaba con rapidez. Gabriel quería grabar en su memoria todas sus expresiones. Incluso su aroma lo tenía identificado.

si una corriente eléctrica hubiese recorrido su cuerpo. Sus ojos se encon

de que se sintiera atraída hacia su persona. Que las sonrisas y el contacto visual hubieran aumentado, no quería decir que lo viese de mane-ra romántica. Solo deseaba

o dieciocho, el asesor se sacudió y se detuvo. D

os hombres que estaba en el ascenso

a, pero nada sucedió. Gabriel para este punto ya no necesitaba estar tan

apertura de las puertas, pero parecía no funcionar.

de Gabriel, ahogó un grito cuando de

. —dijo otro de

eniente del panel

gón en todo el edificio— dij

vacíos, por lo que no tomó cartas en el asunto. Si era un apagón, se solucionaría pronto. Esta no era la primera vez que quedaba atascado en un ascens

n? —susurro Gabriel

hizo que la pobre secretaria se est

asca-da en un espacio tan pequeño. Además, tener a su sensual jefe susurrándole al oído tan pegada

tranquilos quería decir que esto no era grave. No es como si de

esimistas cuando sintió que unas manos le acar

manera inconsciente cerca de sus muñecas. Quería tranquilizarla, pero no sabía cómo. Que

ar, así que respira, Lizbeth. —volvió a susurrar Gabriel. Su intención era transmitirle calma y s

efe. ¿Cómo podía estar tan calmado? ¿Como es que ella estaba tan calmada? Ella odiaba los espacios cer

aliento. Cosa que ella agradeció. Grac

ja dejó de parpadear y él se apresuró a contarle a L

e la oscuridad los había acercado más de lo que podía ima

a milímetros de la boca de Liz. Incl

os? ¿Cuándo g

ran unos milímetros. Podía culpar a la oscuridad. Pero Gabriel retrocedió. No la besaría en medio de la oscuridad con personas

ue se estaba aprovechando de la oscuridad… aunque ganas no le faltaron. Sin embargo, Gabriel retrocedió en cuanto se dio

alguien le dijera que estaba loca, o mínimo, que pronto se le p

acenso. Fue como si nunca hubiese pasado nada. Cada uno de los emplea

no fue por gusto. Aun podía recordar el calor que desprendí

mbiado entre ellos en ese ascensor. Si ella no sentía nada por él, ¿Por qué no se había alejado cuando tuvo la oportunidad de hacerlo? ¿Por qué no había retrocedido c

al y no solo una jodida il

ez de la mañana había salido de su oficina como alma que lleva el diablo sin siquiera

bía salido con prisa quería dec

para pensar. Le faltaba poco para cumplir un mes trabajando. Todo era mucho más fácil de eje

dicho Maggie? Porque ella no veía progreso respecto a su atra

ación—le había dicho Maggie, pero para aquella afirmación solo existía un

nes. Si va a jugar contigo más le vale que sepa donde esconderse, porque patearé su perfecto

e Gabriel. Incluso pensó que haría un movimiento en ella. De hecho, Liz lo esperaba con ansias. Aunque no re

o las hay. Le dij

para el otro. Fue amor a primera vista. — l

lla estar enamorada de su jefe? Puff eso era tan posibl

o. No estaba ciega. Pero eso era todo, su jefe solo era atractivo al nivel de un di

scente hormonal. Dios, si tan solo tuviera más experiencia con los hombres no se sentiría sexualmente intimidada ante tal Adonis, pero no. Su ul

entarse entre ellos. Liz no conocía a Gabriel, bueno, tal vez un poco, pero lo que ella veía de él en la oficina no le ofrecía nada. Los regaños y las cenas de ne

omance. No tengo que ser tan dura

gual de estricto, pero ahora le hablaba con un tono amable. No quedaba rastros de

. Sin embargo, negó rápidamente con la cabeza. Eso no sería posible. Am

a de su estúpido cu

omenzara su hora de colación. Liz se levantó de la silla con una expresión algo so

s un CEO, tiene

esperaba que, al ver la hora,

apeles y se fue a almorzar. Su estómago

ebido a que era constantemente alimentada y tenía más de una

reloj y soltó un susp

ado de ánimo solo mejoró cuando Liz vio a Lucas. Él podía que su humor mejorara con solo una de

hacerla tu novia? — pregunto Liz m

de carne al oír aquella pregunta. Liz

sta mucho, pero ella es mucho para alguien como yo.

odó lo

z suspiro —Lucas, ella juzga a las personas por lo que son, no por lo que tienen. Y a ella también le gustas muc

no quería dejar ir a Maggie, ella le gusta-ba más de lo que pod

coger a nadie más porque creo que le gustas a un nivel est

ojos ante aque

está esperando a que seas tú

ue ambas amigas se preocupaban la una por la otra y Liz emanaba mucho amor por Maggie. No la defrauda

jar había llegado, y con

a tarde. Tenía que redactar algunos correos coordinando reuniones, pero nada era muy urgente. Suspiró. Sería una larga tarde. También aprovecharía para planear lo que haría al llegar a casa.

do escuchó unos extraños gritos que provenía

do lo mismo otra vez

no repetir lo mismo una segunda vez. Ya casi había olvidado aquel suceso, ya que nada extrañ

día clasificar los gritos. Era

ió Gabriel hecho una furia mientras una muchacha que solo

que se estaba llevando a cabo frente a e

la habían visto. Lo que estaba pasando no era asunto de ella y lo mínimo que podía hace

a de Liz, quien estaba de pie tras el es

ería explicarle que todo era un malentendido, que no había sucedido nada, pero

eres? — la voz de la joven semi d

que la había abordado en la recepción y con la

la piel increíblemente perfecta la dejaban a un nivel in-humano. Sus ojos de color verde eran como el

gel de l

a fulminó co

o tenga yo? —le preguntó a Ga

o una secretaria que no tenía por qué estar en medio de una discusión de pareja. De hecho, debió de marcha

en la bella chica, quien ni siquiera

y las ganas de llorar que comenzaban a aflor

decepc

Se sentía estúpida. Era consiente que no tenían relación alguna, ni siquiera eran amigos. ¡Dios!, ellos no eran abso

ó con l

se cuando él sonreía. Estaba cansada de quedar sin respiración cada vez que él se aproximara a el

de que ella ya poseía sentimientos. ¿Qué eran exactamente? ¿Qué t

toy… ¿en

el, era imposible. Ella solo se sentía atraída por su a

arse de alguien sol

o qu

que tenía una sonrisa en-cantadora que transmitía confianza, y también era am

indicado para recibir una señal, neces

¿Por qué siempre estaba presen

u-lo cuando se lo proponía. ¿Cómo era posible que l

que Sandra, a pesar de ser una joven muy hermosa, era alguien que necesitaba ayuda. Era dependiente emocionalmente y siemp

a colapsado. Salió de la oficina casi corriendo, con temor de que los trabajadores se hubiesen accidentado. Necesitaba explicaciones del por qué el pro

l contador había malversado fondos comprando materiales de mala calidad. Esto hizo que a G

dente se ocasionó mientras los

ra, que esto no era lo que ella realmente quería hacer. Sin embargo, la chica no escuchó y optó por lanzarse a sus br

ero era demasiado insistente. Esta mujer necesitaba un poco de amor propio. Sandra se rehus

ue te escolte a la salida. me importa una mierda que estés d

rar esposa. ¡Solo tenía veintiocho años! Y en caso de que quisiera casarse,

funda mirada verde. Podía darse cuenta de que Lizbeth estaba malinterpretan

—Vete ahora o de verdad voy a llamar a seguridad, a tu padre n

r las palabras que había escuchado. Su padre le había asegurado que Gabriel por fin

u padre no permitirá que te quedes—Sandra quedó en silenci

lma. En dos pasos estuvo delante de Sandra, su mirada

—Gabriel apunto a al asesor—, y jamás te aparecerás frente

do y se vistió antes de

arde o temprano vas a terminar siendo mi esposo. —di

gó saliva y se dejó caer en su silla, como

ecesitaba decir algo

eso. — la voz de Gabriel est

ía cómo responder a sus disculpas. Después de ver

creía. Se veía demasiado abatido como para fingir. Sus ojos se

era la segunda vez que veía lo peor de él. Si no renunciaba en los próximos cinco minutos, lo

irle que Sandra ya estaba casi desnuda cua

abriel. Necesitaba escuchar su voz,

odía articular palabra. ¿Debía decir que estaba bien? ¿Estaba realmente bien? No lo sabía. Ya no

bien? —Él no iba descansar hasta que le respon

tió con

í hasta que me di

ojos en blanc

z ante la insistencia de Gabriel y éste abrió sus

reer que le haya gritado. Gabriel estaba pre

món acerca de no gritarle a sus superiores

unció

on él? se pregu

Estaba feliz y aliviado. Li

dijo Gabriel ace

pregunto con

que piensas, haces que me desesp

nte, pero le fue imposible al

pondió la

in mirarlo a los ojos—,

araba. Para Liz, eso no era suficiente espacio. Instintivamente retrocedió. Eso no impidió que Gabriel rodear

a. Liz se dio cuenta de que podría mirar s

almente consciente de que sus acciones no eran nada profesional, pero, si ella no quisiera que sucediera,

red la recibió diciéndole que no había escapatoria. Tenía que poner un a

ensante tenía el control de todo su cuerpo. Este anhelaba y deseaba más de lo

altura de la cabeza de la muchacha y se acercó deja

o de re

a no estaba de humor para jugar. Si no hacia este movimiento, nunca sería capaz de

con fuerza y se o

uerte mientras levantaba el mentón pa

tímetros se h

riel. Admiraba su coraje. Aún en una situación

espacio personal—agrego Liz. —Le

as cejas, divertido

ara provocarla, Gabriel se acercó aún más, dejando solo unos centímetros entr

te la sorpresa y su re

abriel. Una mezcla deliciosa que no supo descifrar. Liz ce

que le daba permiso de empujarlo. Se alejó unos centímetros pese a que moría de

o retrocedía. Esta vez estab

a, era frustrante estar a la es

uieres por ti misma. L

que después se arrepentiría. Sin embargo, eso lo pensaría cuando llegara el momento, ya

ue lo q

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