img El tesoro de Gastón  /  Clásico 9 No.9 | 36.00%
Instalar App
Historia

Clásico 9 No.9

Palabras:1505    |    Actualizado en: 14/11/2018

ado; ¿y sabe quién nos lo presta? ¿El caifás de Lourido! Del lobo un pelo. Me salió al encuentro, hecho pura jalea, y tumba conque el señorito

e obsequió con un paquete de café molido, y unos dulces… ¡Si levantase la cabeza doña Catalina y viese al señor de Laudrey obsequiado por Lourido, que llegó a casa en pernetas

do mucho tiempo en esta casa, explícame… Aquí hay una torr

, que le llaman de la Reina m

ra? -repitió Gas

estuvo presa una mora, muy guapísima, una reina de allá entre ellos, que la trajo de la guerra un señor de Landrey; y que la mora se puso muy triste de verse así emparedada, y se quedó seca, seca, hasta que se murió, y que la enterraron con unas alhajas que tenía magn

nso navío. Recordaba las palabras del manuscrito, que se había aprendido de memoria: «Hallarás lo que buscares, si guiado por el Norte… ». A hacer su gusto, inmediatamente se volvería a la torre, para seguir registrando, ya con doblada insistencia, sus piedras reveladoras: pero se lo estorbó una visita intempestiva, la del señor Lourido en persona, que apeándose de u

colorada y morena, pero con rasgos de incomparable astucia y disimulo en los diminutos y recelosos ojuelos, en

y le traería mejor montado y atendido, no a Landrey, sino a la Puebla, porque estarse en Landrey era una locura, y el señorito no debía tardar nada en

he venido para vivir en Landrey-. Me dolía que

e el apoderado-, y eso que no había… (ademán expresivo de refregar el pulgar co

astón-, pero en cambio, las vigas de los tec

ue sorprenderle el efecto que causaron en Lourido, cuyos ojos cautelosos e inquietos se revolvie

Allá por las tierras donde anduvo el señorito, las casas son nuevas… ¿Piensa el

ar con mil dificultades… No, si no es que me queje. Al contrario: tengo que darle a usted las

eno-. Véngase a la Puebla, y no viva más entre p

pueblo… -murmuró Gastón-, y se la envidio, pero por

miles y miles de pesos… Ya hablaremos de esto, señorito, por que usted ignora muchas cosas de que yo le puedo enterar, y le c

ón, disimulando la ironía-, y crea que sin su acertadísimo y

amente el apoderado, cada vez más tr

s ondulaciones, apenas sensibles, de la cordillera Cantábrica. Gastón, al dirigirse tan de mañana a la torre, llevaba el propósito de trepar hasta su mayor altura y dominar el panorama completo. No sin trabajo consiguió salvar las gruesas piedras y los escombros hacinados ante la puerta, y muy arañado de manos saltó al interior. Era mayor allí la ruina. Trozos enteros de pared, desmoronándose, habían atascado la sala baja, siendo muy arduo reconocer su forma. Gastón ascendió por los escombros hasta poner el pie sobre una de las piedras salientes donde se soste

Instalar App
icon APP STORE
icon GOOGLE PLAY