preci
bailoteó tratando de entrar en calor, mientras murmuraba, sorprendida de sí misma: 'Qué frío hace en invierno. Crosby Liu, en verdad
a. Aunque algo confundida, siguió su camino sin voltear. Recordaba claramente que Crosby le había aconsejado alguna vez que nunca se volviera cuando alguien
río, que se habían detenido en el acto al escuchar la voz llamando, convencidas de que la apelación iba dirigida a ellas. Sus entusiasmadas exc
tó la otra chica, con una risilla emocionada. Parecía que estaba viend
la reacción de las chicas, Maya supuso que, lo más seguro es que no conocieran al atractivo extraño que las llamab
segundo, p
lemente, un timbre agradable. Esta vez, sin pensarlo
a, oye, p
ente parecían completamente decepcionadas y la miraban con cierto rencor. Se sin
ilaciones, se dio la vuelta, para ver a un hombre alto y muy atractivo de pie, apenas a unos centímetros de ella. Justo en ese momento
ra impresionarla), tenía que reconocer que había algo en aquel hombre, algo fuera de lo común, ¿cómo podía ponerlo en palabras? ¡Sería inolvidable! El hombre era perfecto de pies a cabeza; su rostro era impecable, su so
tó Maya, quebrándose el cerebro en busca de una respuest
uedo...", empe
us palabras cayeron pesadas como el plomo, y
a ella para atrapar a un alegre perro samoyedo, que jugueteaba bajo un árbol. S
clamó indignada una de las chicas, que seguían c
r "¡carajo!" a los cuatro vientos. 'Crosby, cuando me advertiste de la gente diciendo "preciosa" en las calles ¡nunca me dijiste que podrían estar llamando a un perro! ¡Un p
" al veterinario, jugaba alegremente con su perro, totalmente indif
amenazó dulcemente al samoyedo mientras lo acariciaba con cariño. El animal esta
gimoteando como un bebé, como si tratara de complacerlo. Parecía que
za, quería que se la tragara la tierra. Él había salido ese día, olvidando ponerle la correa a su mascota y, como resultado, se le había escapado. La
chica, hubiera preferido olvidar esas circunstancias tan incómodas. En cambio