img La encrucijada del escorpión  /  Capítulo 3 La Encrucijada Del Escorpión | 25.00%
Instalar App
Historia

Capítulo 3 La Encrucijada Del Escorpión

Palabras:2358    |    Actualizado en: 09/07/2022

es Corr

ND Intercontinental. Hasta el momento llevaron su relación en absoluta discreción, para hacerla saber al mundo el día en que se comprometieron de manera oficial. Se dice entre sus allegados y conocidos, que su noviazgo tiene varios años de existencia y que hasta el momento no han sufrido altibajo alguno por eso han decidido unir sus vidas para siempre. Con esto el señor Raine

taba sus ojos tras unos lentes color púrpura, acentuando así el tono de su cabello. Sonreía por lo bajo, cosa

o sé por que le hago caso a Raine, odio salir en televisión. —Levantó su muñeca

azón que desconocía hasta ese momento, el presidente y dueño de la compañía a la que había licitado, se había mostrado reacio a darle una entrevista personal y afinar a su parecer unas estipul

ascensor, y llegó frente a la secretaria de pre

sted un maratón! —dijo la

no llego. Espero que el

lo siento se

umpió Joel a la mujer

River no ha podido atenderle pero creo se justificará al conocerlo,

icina iniciaba con una pequeña sala de juntas donde al final se apreciaba el cuarto de presidencia. A lo lejos, el joven Wilde vio que él en efecto hablaba por teléfono pero le daba totalmente la espalda

tras yo busco mi bolígrafo. —Joel obedeció

era que no parecía sentirse apenado por la forma en que lo veía. Y no era para menos, cualquiera en su sitio se hubiese sorprendido de esa manera al ver el rostro de un hombre cuya mayor parte

usted por que me veo tan reacio a recibir v

Fantasma de la ópera? —El hombre soltó una carcaj

s que mi rostro tiene problem

ima, si se v

excitaba. El señor River no parecía tener más de treinta años, su cabello era castaño cenizo que caía alborotado sobre su frente acentuando más el brillo del metal. La máscara cubría la mitad de su frente desde la raíz del cabello hasta el inicio del tabique, de ahí baja

el hombre, la larga meditación que el de

, espero que no se sienta ofendido con lo que expresé... —le extendió la mano para saludarl

estupor y el tanto de excitación que sintió al verlo. No era solo esa máscara, era todo él, sus manos grande y prolijas, sus hombros anchos, su cuello grueso, la

ha tenido altercados con mi representante legal por

de las industrias River, fuera un hombre viejo y muy molesto, nada lo tenía preparado para lo que vio. —Verá señor River, su representante no quiere

dad. Se perdía en cada movimiento, en su dentadura perfecta, en la sutileza de su respiración. ¿Cómo se sentirían aquellos labios, sobr

o de confusión al no entender sus palabras. —Quizás yo pueda ceder un poco más, e incluso usted, con es

lón y se dirigió a la ventana para correr la persiana, ahí pudo apreciar mucho más Joel, al esbelto hombre que cami

Joel pareció meditar un instante a lo que el señor River agregó—: Si tiene alg

River no pudo ver, pero que significaba lo fastidioso que e

o iré, me presentaré solo,

de cabellos de sol el lugar del restaurante donde se verían esa noche. Se despid

rlo cerca y a pesar de todo no se sentía mal él mismo. Algo había en ese sujeto que lo atrapó en el instante mismo en que lo vio. Pensó entonces que su excentricidad era lo

ue te imaginabas? —preguntó Ra

Lamento no acompañarte esta noche, pero te

emedio... llámam

rminaría. Su vida estuvo llena de altibajos que en verdad se le disolvieron en la mente sin poder ubicarlos con la precisión que des

onocido, rumbo a un éxtasis mental. Cuando llegó, se dio cuenta que el lugar estaba cerrado y pensó que había llegado demasiado temprano o que sencillamente lo habían timado. No sucedió nada de lo que creía pues un hombre lo saludó y lo d

do el joven Wilde—. Pero me pregun

to en público y no deseaba que la atención estuviera en mi rostro tod

que tiene

lugar para concluir los términos de un contrato y nada más. Pero no se podía concentrar en otra cosa que no fuera el magnetismo salvaje de ese hombre que le miraba con su ojo des

¿hace cuanto es usted

distante al responder que varios años. Seco y sin mayores aclaraciones siguió comien

s juegos de me

jedrez y damas. Otras pocas en cartas, me gustaban, y alguien, me enseñó a jugarlos muy bien. —La

onmigo, señor Wilde? —La pregunta sacó d

o señor River, qu

emos algo. Si usted gana haré lo que usted me pida, y si yo ganó, h

así que pensando en el futuro de su empresa se dispuso a luchar. Pero su excitada imaginación pensaba otra cosa. Si ganaba, hipotéticamente, le pediría al señor River que se quitara la ropa y que se acostara en la m

*

Capí

Instalar App
icon APP STORE
icon GOOGLE PLAY