Rebeca estaba confundida por lo que acababa de escuchar, y antes de que pudiera responder, el hombre se movió como lo haría un lobo feroz después de un largo período de inactividad. La tomó por sorpresa cuando se puso encima de ella.
"¡Oye! ¿Qué estás haciendo? ¡Ahh!".
Tan pronto como la chica dejó escapar ese grito ahogado, la mano del sujeto se metió por debajo de su vestido.
Allí, Rebecca, que no dejaba de temblar, entendió lo que él pretendía hacer, a pesar de que todavía era virgen.
"¡Alto! ¡No hagas esto! Por favor, déjame ir", insistió ella, luchando con todas sus fuerzas por liberarse.
Sin embargo, el hombre era tan poderoso que solo necesitaba una mano para dominarla.
Además, tras haber sido atropellada por el auto de Yosef, agotó toda su energía en tratar de huir de la escena, dando como resultado que no pudiera resistir mucho.
El asunto era que estaban en plena vía, por lo que existía la posibilidad de que alguien los viera.
Pensar en eso había provocado que el rostro de Rebecca se pusiera rojo como un tomate, al tiempo que experimentaba una dura sensación de humillación y ansiedad.
"¡Ayuda...!".
Apenas ella dijo eso, el hombre le estampó un beso para callarla. Al final su boca fue forzada a abrirse por culpa de la lengua del tipo, que luego se deslizó por su cuerpo mientras ella seguía en un estado de conmoción. Mientras tanto, los dedos del hombre encontraron su camino entre los muslos de Rebecca, quien sintió cómo le frotaban su humedecida vagina a través de la ropa interior.
"Mmm...". Incapaz de contenerse, la joven soltó un gemido de placer.
De repente, el hombre introdujo uno de sus dedos en la vagina de la chica, haciéndola estremecerse extasiada. Sus incontrolables gemidos y sus lágrimas sirvieron como factor motivador para que el sujeto sintiera que su duro pene se hinchaba. Sin embargo, Rebecca estaba todavía demasiado tensa, de modo que sus músculos se contraían de una manera que apretaba el dedo del chico. Teniendo eso en cuenta, era consciente de que si la penetraba sin ningún juego previo, lo más probable era que sufriera algún tipo de lesión.
Entonces, aferrándose a su última pizca de cordura, usó sus dedos para ayudarla a sentirse más relajada.
Por su lado, el chófer condujo hasta una zona oculta y salió del vehículo. Dadas las circunstancias, una vez se escuchó el seguro de la puerta cerrándose, los pequeños gemidos de Rebecca se transformaron en algo más intenso, y una peculiar sensación de placer inundó sus nervios.
Sin perder ni un segundo, el tipo sacó los dedos de la vagina de la chica, solo para sustituirlos por un enorme invasor duro y cálido.
¿Qué era...?
En medio de la confusión de Rebecca, el hombre insertó con fuerza su monstruoso pene dentro de ella.
"¡Ay!".
'¡Duele!', se quejó internamente.
No obstante, antes de que pudiera comenzar a gritar de dolor, el hombre ya había vuelto a cubrir sus labios, metiendo su lengua carmesí dentro de su boca.
En ese punto Rebecca estaba tan abrumada por la emoción que no podía dejar de sollozar mientras miraba a los ojos del hombre, que estaban llenos de una libido incontrolable. Ella lloraba tan fuerte que las lágrimas nublaban su visión.
¿Por qué...?
En el fondo, eso era lo más emocionante que le había pasado en su vida.
En el espacio confinado del auto, el tipo jadeaba sin parar mientras la embestía una y otra vez. Debido a la oscuridad, no podían verse las caras con claridad.
El hombre la estaba cogiendo tan duro que la pobre Rebecca le rogó que tuviera piedad. Luego, después de lo que parecía una eternidad, él finalmente comenzó a temblar, y eyaculó.
Enseguida la mancha de sangre y esperma se esparció por toda la entrepierna de Rebecca, aunque ese no era el final de la historia, ¡pues él continuó penetrándola hasta el cansancio!