A la mañana siguiente, en cuanto abrió la puerta, Rebecca encontró un banco en el que había varios conjuntos de ropa, tal como Martin le había dicho.
Emocionada, ella los llevó al interior de su habitación y eligió un vestido para probárselo.
Carl era tan considerado que incluso le había llevado ropa interior nueva. ¡No cabía duda de que era un excelente mayordomo!
Por un momento, ella se quedó admirando su eficiencia, pero unos segundos más tarde, un pensamiento la golpeó como rayo.
¡Carl incluso le había comprado ropa interior!
Como resultado, los ojos de la joven se agrandaron y tuvo una sensación de incomodidad, aunque enseguida se convenció de que él solamente estaba haciendo su trabajo.
Pero, ¿por qué cada una de estas prendas le quedaba a la perfección?
Parecía que ella misma le había dicho su talla a Carl, pues sus prendas estaban muy ajustadas y su ropa interior le quedaba perfectamente.