img El secreto de la sumisa  /  Capítulo 3 La prueba | 14.29%
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Historia

Capítulo 3 La prueba

Palabras:3900    |    Actualizado en: 12/10/2022

TULO

PRU

qué? , pues hijas porque tenía al día siguiente la puñetera prueba esa del Julián. No iba a ir claro que nooo, pero me ponía nerviosa. Antonio quería como siempre ir a comer a casa de mi suegra con los críos

y no voy a ir a casa de tu madre. Llév

cuatro, no me vengas ahora con monsergas. ¿Qué

e casa, como somos esclavas pues claro…pues a ver si te enteras

palmos de mi nariz, resoplando como un caballo enfurecido. Creí que me soltaba dos sopapos, de verdad os lo dig

re a casa de mi madre con l

mé la decisión de ir a donde el coño Julián

cular vibraba, no por avería no, si no porque yo estab

n la consola de la entrada un pañuelo negro, cíñetelo a los ojos, a

su madre, ja ja ja. Era hora de llamar a Mari y a Mario, a ver qué pensaban ellos de todo aquello, pero que me iban a poner a caldo de loca para arriba, eso lo tenía yo seguro, claro. Mario no estaba, pero la Mari, sí. En cuanto la dije, qu

yo. Y es que ¿qué queréis hijas?, es un placer por el que Rajoy no cobra IVA aún. Como se entere nos pone un veint

ue quieres consejo sobre un tío?, ¿estás

ado a todo correr para ve

as una amiga no se lía con

ado con ningún tío, bueno un

o de que estás liada con un tío p

casa de un tío pero no

o tema o n

no!, si te lo e

lo cuentas todo con detalles, -chi

se quedó el suyo abandonadito como un huérfano delante

nta…¿quién e

í, le conoces

a ¿eh?, o le conozco o

cafetería de ha

aquel?, si e

r, el ot

chacha aquella que…¿aquel?, me miró no supe bien si aterr

de toma p

-me señaló con una sonrisa

ue

te expliques mejor

ró él y se sentó delante de mí después de haberme mirado como si fuese yo u

d?, ¡mírame a los ojos,

No iba a ir, de verdad, pero

ir a parar. Te fuiste para su

tema!, te he dicho que no hu

e ella, que estaba en el cielo de las cotillas. Claro está. Al terminar me miraba di

s en un lío del que no vas a saber salir Tere. Luego se ente

si tú también me vas a negar que

ra muy diferente, ponerte a ello de verdad. Compréndeme, me parece humillante y retrógrado

la segunda parte, porque me

?, ¡Virgen bendita,

ado a Antonio y a los ne

así ahora, cuént

saré, igua

en el baño, me quité la pintura de la cara con un desmaquillante y me puse crema de noche de Diadermine, ¡ay a las pobres no nos da para más!, me pellizqué los pómulos y la frente y me di ánimos yo sola. No estaba tan mal para la edad que tenía, recoño. M

que yo había nacido para ser, sumisa?, estaba perpleja del todo. Me puse la ropa exigida por Ju

es algo de abrigo a los niños que

despertarlos, y eso que eran las diez de la mañana. ¡Como se iba a poner Antonio, al ver que tenía que vestirlos darle

a caña…no, creo que todas no. Las manecillas del reloj, parecían estar paradas del todo, no se movían un centímetro, que os lo digo yo. Hasta pensé que estaba parado el reloj del bar. Pero, se movían, ¡vaya que si se movían!, llegaron, la una a las once cincuenta y ocho y la otra a las doce, salí tras pagar a todo correr la consumición y toqué el portero automático. La puerta se abrió y yo noté como mi corazón se aceleraba a mil por hora. Subí despacito, despacito las escaleras, y una vez arriba, vi la puerta entreabierta. Suspiré y me armé de valor. Entré cerré tras de mí y a duras penas pude ver un pañuelo negro sobre la consola de la entrada. Me lo puse y me aseguré, de verdad que sí, que no veía nada, y es que estaba cagadita de miedo, y no quería ver ni oí

ándote. Les voy a enseñar cómo se educa a una sumisa y se

aquel tío es que no daba en nada bueno ¿eh? Me llevó tirando de la

ue al seca or

que me había aprendido de memoria su olor, -¡coña, tenía que ver cuál era aquel perfume que desprendía el tipo!, era algo que me tenía loca por saber. –Me levantó el brazo derecho y me ató la muñeca a una muñequera, de cuero que estaba frío. Hizo otro tanto con el brazo y la muñeca izquierda, y l

berá extirpar el miedo y la vergüenza que sufre, antes de ser la sumisa q

, un cunningulus. Vamos que se puso a lamer eso que ya os estáis imaginando. Mientras lo hacía me masajeaba con suma suavidad el clítoris y yo, hijas mías, no pude sino abandonarme al placer. Al menos aquello me quitaba el miedo. Me palmearon las nalgas, los pechos y tuve que aguantar un par de g

e su amo quiera. Pero está verde, os he citado aquí hoy para que veáis c

umisa con muy buen cuerpo y tie

l coño o el que me pellizcase los pechos…¡que dolor sentía todavíaaaa. El ot

años tuve una perrita como ésta, pero estaba convirtiéndose en una molestia

al contrario, que ella se entregue a ti. Verás cómo ésta obedece sin rechis

que era un experimento público. Creía que se habían olvidado realme

llos se van ahora. Ten

s ojos vendaditos, que se acercaban

do la tengas preparada del todo, nos vuelve

cuanto va a cam

ya. Él me tomó por ambos hombros y me llevó retrocediendo de espaldas hasta que estuve, al parecer ante una butaca. Me presionó los hombros para que me sentase. Y luego escuché un chasquido extraño, luego sabría que se trataba de la hebilla del cinturón, al ser desabrochado. Sacó su rabo y me presionó los labios, hasta que me tragué toda su longitud. No supe qué estaba haciendo, de verdad os lo digo. Pero él comenzó a menearse hac

Si te portas bien tendrás tus premios y si me disgustas te castigaré con dureza, no lo dudes. Se acercó y yo pensé : “ Vaya otra mamadita que quiere el niño,

e puso en la mano un teléfono móvil. Era uno de esos que anuncian con tantas cosas, que se necesita ser ingeniero aeroespacial, para entenderlos, pero me hizo una ilusión, oyeeee.-en la agenda de este teléfono sol

io, y me estaba entrando un dolor de cabezaaa, pero cualquiera se lo decía. Además me estaba encantando que me enseñara cosillas. Se puso en pie, se acercó al carrito de los licores, que era algo nuevo, y sirvió en

entendido las ex

ía uno de estos y era una maravilla, pero claro

extranjero, quiero que hagas algunas c

n, y me quedé…a cuadritos hijas. ¿Pero qué qu

ncargarán de todo. Ahora te

i este se iba llamar como mi Antonio, Antonio González, ¡ay no, que se me va el morbo, ¿eh?, o, Alejandro Gómez, no, tampoco le iba. Mira, Avelino no, ¿eh?, que me da un síncope. Bueno, ¿qué más da si ya está esto que arde, como quién dice?, me fui a casita, pero antes llamé a Mario para ver si quedáb

nía dominadito…vamos la monserga de siempre y que me la tuve que tragar, mientras yo, asustadísima, pensaba en dejar aquella historia de delirio, y reembarcarme en mi monótona vida de ama de casa. Pero una vibración en el bolsillo de mi

omprado un

mi amiga Mari tiene uno y se lo pasa de lo lindo, tienen d

acturas las paga

o de ti y de los nenes, y de la casa, creo que a

no te entusiasmes que luego esos cacharros gastan que se jod

í-me puse tontita haciendo poses-morenote, gua

ue me digas que es T

s un

un amante como los de

el culebrón que me gusta y t

l tema Tere, y di

la Mari, que hemos quedado como

oy es d

saber si podemos o no, que

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