sta de Andr
en mi rostro. "¿Le dijiste a Jimena que nos confrontar
e volvió pesado. "No", dije. Mi voz apenas un susurro. Mi cor
ca. Su presencia se sentía amenazante. "Y ahora sus fotos privadas están en l
tí un pavor frío extenderse por mi cuerpo. No solo estaba amenazando a
derramadas. "Se preocupa por mí. Te vio a ti y a Kenia. Rea
teger la reputación de Kenia". Hizo una pausa. Su mirada se desvió hacia Kenia. Quien estaba de pie en silencio a su lado. Sus oj
o mi voz. "La humillaste. Expusiste sus moment
ces, las inconveniencias deben ser manejadas. Ahora, sobre las fotos de tu amiguita. Desaparecerá
eas tan duro con Andrea. Claramente está angustiada". Su voz era una fachada azucarada. Pero sus
Las palabras eran
olté. Las palabras se sintieron e
sorpresa fue reemplazada por un júbilo desenfrenado. "¡Cooper, cariño! ¡Es ahora! ¡Nuestra oportunidad!". Se volvió hacia él. Sus ojos brillando con una ambición
familia. La familia para la que estaba prepar
o complicado en sus ojos. No amor. Algo
tás libre! ¡Finalmente podemos hacer oficial nuestro a
uedó suspendida en el
epetí. Mi voz
que te quitaras del camino. Te propuse matrimonio porque eras una amenaza. Sabías sobre el plagio de Kenia. Podrías haberlo arruinado todo". Hizo una pausa. Sus o
la respiración. Estaba hab
és con la heredera Kenia Patel. Él ya se había ido. Ya estaba casado. Nuestro matrimonio, mi
Lo había profanado. Lo convirtió en el día en que
él. Lejos de ella. Lejos de esta casa. De esta pesadilla. M
cia. "No creas que esto cambia algo. Sigues bajo mi techo.
ontraron con los suyos. Una furia fr
tribunales. No intentes hacer una escena. Viste lo que le pasó a Jimena. Imagina lo que podría hacerte a ti. A tu carrera
declaración de propiedad. Me veía como una posesi
ntí que me ahogaba. Mi cabeza palpitaba. La habitación giraba. La imagen de Coo
bí las escaleras. Hacia la cáscara vacía de mi dormitorio. La puerta s
na. "¿Andrea? ¿Estás bien? Estoy
mi rostro. Silenciosas. Implacables. Me dejé caer al suelo. Mi espalda contra la pared
fría y dura. Este quebrantamiento. Esta humillación. Fue el catalizador. Fue el fue
uavemente mi cabello. Un aliento cálido en mi mejilla. Cooper. Su presencia. Su aroma. El fantasma de un consuelo que una vez conocí. Mi
i mente. No te ama. Nunca lo hiz
calor, el aliento, todo una ilusión. Un cruel truco de mi mente agotada. El pesado edredón ya
ormía. O quizás se agotó por las notificaciones. Me arrastré hasta el buró. Lo enchufé. Mientras la pantalla parpadeaba, revisé rápidamen
stido con un traje impecable, estaba revolviendo crema en el café de Kenia. De espaldas a mí. Ella estaba sentada en un taburete en la
nroneo. "Esto es simplemente divino. Siemp
para ti, mi amor". Sus ojos se encontraron brevemente con
untó Kenia. Su sonrisa no llegaba a
pondí. Mi voz tensa. No podía tr
endiente. "Cooper se tomó tantas molestias. Incluso com
os los domingos. Ahora eran parte de su ritual m
, dije. Dándome l
enemos algo importante que discutir. La llegada de Kenia.
os. Ot
utir, Cooper", dije.
s tarjetas de crédito están canceladas. Y tu carrera... bueno, digamos que ha sido difícil para ti últimamente. ¿N
ómo sabía sobre la familia Obregón? Mi teléfon
a basta!". Se volvió hacia mí. Sus ojos ardían. "Andrea, no te irás. Todavía no. Te quedarás aquí. Y harás que Kenia se sienta bi
me estaba controlando. Estaba exigiendo que partic
enso silencio. Mi teléfono. Miré la pa
erraron. "¿Quién es?", exigi
flotando sobre el
. Su voz se elevó. Con un filo peli
edos clavándose en mi carne. "¡Suéltame!", grité. El teléfono se me escapó de las manos. Cayó co
se conectó.
as. Y un descubrimiento bastante... inquietante sobre la señorita Patel".
lojó. Sus ojos se movían entre el teléfono rot
compostura se hizo añicos. "¿De qué e
ostro pálido. Mi brazo palpitaba. Una marca roja ya se e
í?", la voz de la Licenci
se encontraron con los de Cooper. Su rostro e
mación, señora Barrera. Cooper Covarrubias efectivamente renunció a su ciudadanía esta
el aire. Una sentencia de muerte para
a su boca. No de sorpresa. Si
os muy abiertos. Sin parpadear. "
olo momento. Yo solo era una mentira conveniente. El dolor era insoportable. Sin embargo,
uestra de ADN que proporcionó el señor Covarrubias? Definitivamente no era suya. Y la familia Obregón... han estado buscando
recerraron. La rabia se solidificó. "Sí", dije.

GOOGLE PLAY