img Noventa y nueve cartas, mil mentiras  /  Capítulo 3 | 15.00%
Instalar App
Historia

Capítulo 3

Palabras:2129    |    Actualizado en: Hoy, a las 11:51

sta de Andr

en mi rostro. "¿Le dijiste a Jimena que nos confrontar

e volvió pesado. "No", dije. Mi voz apenas un susurro. Mi cor

ca. Su presencia se sentía amenazante. "Y ahora sus fotos privadas están en l

tí un pavor frío extenderse por mi cuerpo. No solo estaba amenazando a

derramadas. "Se preocupa por mí. Te vio a ti y a Kenia. Rea

teger la reputación de Kenia". Hizo una pausa. Su mirada se desvió hacia Kenia. Quien estaba de pie en silencio a su lado. Sus oj

o mi voz. "La humillaste. Expusiste sus moment

ces, las inconveniencias deben ser manejadas. Ahora, sobre las fotos de tu amiguita. Desaparecerá

eas tan duro con Andrea. Claramente está angustiada". Su voz era una fachada azucarada. Pero sus

Las palabras eran

olté. Las palabras se sintieron e

sorpresa fue reemplazada por un júbilo desenfrenado. "¡Cooper, cariño! ¡Es ahora! ¡Nuestra oportunidad!". Se volvió hacia él. Sus ojos brillando con una ambición

familia. La familia para la que estaba prepar

o complicado en sus ojos. No amor. Algo

tás libre! ¡Finalmente podemos hacer oficial nuestro a

uedó suspendida en el

epetí. Mi voz

que te quitaras del camino. Te propuse matrimonio porque eras una amenaza. Sabías sobre el plagio de Kenia. Podrías haberlo arruinado todo". Hizo una pausa. Sus o

la respiración. Estaba hab

és con la heredera Kenia Patel. Él ya se había ido. Ya estaba casado. Nuestro matrimonio, mi

Lo había profanado. Lo convirtió en el día en que

él. Lejos de ella. Lejos de esta casa. De esta pesadilla. M

cia. "No creas que esto cambia algo. Sigues bajo mi techo.

ontraron con los suyos. Una furia fr

tribunales. No intentes hacer una escena. Viste lo que le pasó a Jimena. Imagina lo que podría hacerte a ti. A tu carrera

declaración de propiedad. Me veía como una posesi

ntí que me ahogaba. Mi cabeza palpitaba. La habitación giraba. La imagen de Coo

bí las escaleras. Hacia la cáscara vacía de mi dormitorio. La puerta s

na. "¿Andrea? ¿Estás bien? Estoy

mi rostro. Silenciosas. Implacables. Me dejé caer al suelo. Mi espalda contra la pared

fría y dura. Este quebrantamiento. Esta humillación. Fue el catalizador. Fue el fue

uavemente mi cabello. Un aliento cálido en mi mejilla. Cooper. Su presencia. Su aroma. El fantasma de un consuelo que una vez conocí. Mi

i mente. No te ama. Nunca lo hiz

calor, el aliento, todo una ilusión. Un cruel truco de mi mente agotada. El pesado edredón ya

ormía. O quizás se agotó por las notificaciones. Me arrastré hasta el buró. Lo enchufé. Mientras la pantalla parpadeaba, revisé rápidamen

stido con un traje impecable, estaba revolviendo crema en el café de Kenia. De espaldas a mí. Ella estaba sentada en un taburete en la

nroneo. "Esto es simplemente divino. Siemp

para ti, mi amor". Sus ojos se encontraron brevemente con

untó Kenia. Su sonrisa no llegaba a

pondí. Mi voz tensa. No podía tr

endiente. "Cooper se tomó tantas molestias. Incluso com

os los domingos. Ahora eran parte de su ritual m

, dije. Dándome l

enemos algo importante que discutir. La llegada de Kenia.

os. Ot

utir, Cooper", dije.

s tarjetas de crédito están canceladas. Y tu carrera... bueno, digamos que ha sido difícil para ti últimamente. ¿N

ómo sabía sobre la familia Obregón? Mi teléfon

a basta!". Se volvió hacia mí. Sus ojos ardían. "Andrea, no te irás. Todavía no. Te quedarás aquí. Y harás que Kenia se sienta bi

me estaba controlando. Estaba exigiendo que partic

enso silencio. Mi teléfono. Miré la pa

erraron. "¿Quién es?", exigi

flotando sobre el

. Su voz se elevó. Con un filo peli

edos clavándose en mi carne. "¡Suéltame!", grité. El teléfono se me escapó de las manos. Cayó co

se conectó.

as. Y un descubrimiento bastante... inquietante sobre la señorita Patel".

lojó. Sus ojos se movían entre el teléfono rot

compostura se hizo añicos. "¿De qué e

ostro pálido. Mi brazo palpitaba. Una marca roja ya se e

í?", la voz de la Licenci

se encontraron con los de Cooper. Su rostro e

mación, señora Barrera. Cooper Covarrubias efectivamente renunció a su ciudadanía esta

el aire. Una sentencia de muerte para

a su boca. No de sorpresa. Si

os muy abiertos. Sin parpadear. "

olo momento. Yo solo era una mentira conveniente. El dolor era insoportable. Sin embargo,

uestra de ADN que proporcionó el señor Covarrubias? Definitivamente no era suya. Y la familia Obregón... han estado buscando

recerraron. La rabia se solidificó. "Sí", dije.

Instalar App
icon APP STORE
icon GOOGLE PLAY