sta de Andr
esión física. Mi cabeza palpitaba. El mundo giraba en una neblina. Pero mantuve los dientes apretados. Mi espal
aza sedosa contra mi oído. "Eres una Covar
ida con un vestido brillante que no elegí. Mi cabello peinado en
multitud como una reina. Rodeada de periodistas aduladores y titanes de la industria. Me miró. Un destello de triunfo. Una so
so adelante. Aclarando su garganta. Golpeó un mi
iada. "Esta noche marca un nuevo capítulo. Para m
itud. Luego, brevemente, hacia mí. Mi corazón m
un gesto vago hacia mi cuello. Mi mano voló instintivamente hacia arriba. Cubriendo el chupetón rojo y furioso. El que me h
is mejillas ardían. Una ola de vergüenza me invadió. Me estaba
arles. Es simplemente un testimonio de la... pasión que compartimos. Un pequeño recuerdo de nuest
gritar. Arrancarme el vestido. Exponerlo por el monstruo que era. Pero estaba
presentarles a la fuerza detrás de nuestra próxima empresa innovadora. La mujer que liderará nuestra nueva división de
. Bañada por el foco de luz. Su sonrisa radiante. Su
nible, en asociación con la Corporación Obregón. Una iniciativa innovadora, impulsada por
iodistas clamaban. Los flashes estallaban. Kenia se deleitaba en ello. Ella era la est
ome un micrófono en la cara. "¡Señora Covarrubias! Sobre ese chupetón...
ndo. Mis ojos se encontraron con los del re
noche", dijo. Su voz suave. Controlada. "Siempre ha sido una persona reservada. Pero sí. Fue un aniversario muy
a, se inclinó. Sus labios rozando mi oído. "No me decepcion
o frágil y sin sentido. Mi cuerpo se sentía entumecido. Mi mente se retiró a un lugar seguro y oscuro. El dolor e
per Covarrubias por su esposa en la gala!". "Andrea Covarrubias: ¡Magullada pero h
ras yo estaba sentada sola en la opulenta suite. Había dejado una pequeña caja de terciopelo en el
icho antes, su mano demorándose en mi m
. No era una buena chica. Era una prisionera. Pero el fuego todavía estaba allí. Una peque
da. Pero sus ojos todavía tenían esa chispa feroz. Nos enco
sa por la vergüenza. "Me amenazó. Y luego... las fotos
e sobre la mesa. Agarrando la suya. "Lo sie
nia... es una víbora". Sus ojos se entrecerraron. "¿Pero qué vas
amente a los ojos. "Me voy. Pronto. Y voy a exponer to
abiertos por la sorpresa. "¡Andrea! ¿Habla
o lo ha logrado. Todavía no. Voy a tomar el trabajo con la sucursal europea de
Una sonrisa feroz y depredadora. "Dios mío, Andrea. Eres una genio. Una guerrera".
brantable de Jimena era un salvavidas. Un faro en la os
y dura se había asentado en lo profundo de mi ser. Volví a la casa. A la pris
a sacudida repentina. Tropecé. Mi cabeza golpeó el marco de la puerta. Estrel
n su rostro. Una pesada escultura en su m
ndo falsa preocupación. "Qué
n. Mi visión nadaba. El rostro de Kenia, disto
igura. Un hombre con un traje oscuro. Agarró a
Kenia?!". Su voz era baja
ó Kenia. Su voz temblando de fa
oró. Se arrodilló a mi lado. Su rostro,
?", preguntó. Su vo
Pero solo escapó
ca de Cooper desde abajo. "¿Keni
encontraron con los de Kenia. Todavía estaba presionada
. Habló rápidamente en él.
captando la escena. Yo, sangrando en el suelo. K
per. Sus ojos fijos en Ken
llí. Sangrando. Mi corazón, lo que quedaba de él, se solidificó en
toque firme pero cuidadoso. Sacó un pañuelo
s curiosos. Susurros. El público. Reuniéndo
as palabras eran una mentira amarga. Pero no le darí
na máscara de horror. "¡Andrea! ¡Oh, Dios mío!". Corrió a mi lado. S
s ojos ardían. Miró a Kenia. Lu
. No por Cooper. No por Kenia. Sino por mí m
Mi voz más fuerte ahora. "
contré. Su laptop. Abierta en el buró. Debió haberla olvidado en el caos. Mis dedos, todavía te
reciente. De un remitente desconocido. El asunt
. La pantalla brilló. Reve

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