sta de Andr
durante décadas", la voz de la Licenciada Thorne resonó desde
la. Sino el apellido de la poderosa y reservada familia con la que solo había soñado
onido agudo y de pánico que atravesó el silencio atónito de la coci
emente fuerte. Demasiado fuerte. El teléfono, ya roto, se me escapó de los dedos de nuevo. Esta
se doblaron. Me dejé caer al suelo frío. La dura y fría realidad de las palabras de la Licenciada Thorne se estrelló s
i herencia. Mi linaje. Me había tomado por tonta. Un peón en su retorcido juego de ambición y obsesión. Cada palabra tierna. Ca
or crudo y ardiente. Me sentí vacía. Una marioneta con sus hilos cortados. Mi propósit
ho, sus ojos llenos de lo que yo pensaba que era adoración. "Tan perceptiva. Tan tale
imonio roto. Eran por la mujer inocente e ingenua que había sido. La mujer que había creído en
taba. Mi esperanza. Mis sueños. Mi
n un dolor sordo, me encontré navegando por las redes sociales. Una
llaba en su dedo. Mi anillo. El que me había dado. "Celebrando nuestros nuevos comienzos", decía el pie de foto. "Tan orgu
blicamente. Mi visión se nubló de nuevo. Se me revolvió el estómago. La ironía era un sabor
os. Esto era una ejecución pública. Un espectáculo cuid
Se abrió de golpe. Mis ojos se abrieron de golpe. La adre
de rabia, resonó desde l
ritaba que corriera. ¿Pero a dónde? Estaba atr
ilo, ahora eran pozos oscuros y tormentosos de furia. Me vio. De
. Su voz era baja, temblando de violencia reprimi
e. Mi voz plana. Sin vida. "Con tus me
te que dolía. "¡No te atrevas a hablarme así!", siseó. Su rostro a centím
ra su agarre. El recuerdo de mi brazo m
rzando mi cabeza hacia arriba. Sus ojos se clavaron en los míos. Ya n
e? ¿Arruinar todo lo que he construido con Kenia?", gruñó. Su a
n. No era una cosa. Pero su fuerza era abrumadora. Mis
as. Mis pies apenas tocaban el suelo. Mi corazón latía
os?", jadeé.
de mis muñecas. Dejé de luchar. Mi cuerpo se quedó flácido. Dejé que me arrastr
uero se sentían fríos contra mi piel. Me abrochó el cinturón. Luego ató mis manos con una ma
motor. El potente zumbido vibró a través del
í, Andrea?", gruñó. "
en la carretera. No le daría la satis
oz teñida de frustración. "Usualmente eres tan r
labras, Cooper? ¿Qué tal 'traición', 'engaño', 'fraude', 'mon
jo en silencio por un rato. Las luces de la ciudad pasaban borrosa
na clínica de lujo. Una fachada discreta y anónima. Se me heló la sangre. El ti
mor", murmuró. Su mano se extendió. Para acariciar mi cabello. Me aparté de un respingo. "No tenga
n mi brazo. Me condujo adentro. El olor estéril a antiséptico llenó mis fosas nasales.
n bata blanca, saludó a Cooper con un asen
a, esta es la Dra. Elena. Nos va a ayudar. Solo un pequeño... proc
ratamiento? Un pensamiento aterrador surgió. ¿Estaba.
Intenté alejarme. "Cooper, ¿qu
ora tenían un brillo extraño y desesperado. "Andrea, no hagas
familia? ¿Mi herencia?". Mi voz
esto. Nos necesita". Su mirada era intensa. Fanática. "Perdió tanto por
ro inoxidable. Mi cuerpo se sentía pesado. Mi resolución, un
quitectura de mi alma, Kenia. No solo le estaba constr
tra boda. Su sonrisa. Mis votos. Todo mentiras. La mujer que fui lo había amado. Desesperadamente
rré los ojos. Preparándome para el siguiente golp
ofriante, que esto era solo

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