img Noventa y nueve cartas, mil mentiras  /  Capítulo 4 | 20.00%
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Historia

Capítulo 4

Palabras:1608    |    Actualizado en: Hoy, a las 11:51

sta de Andr

durante décadas", la voz de la Licenciada Thorne resonó desde

la. Sino el apellido de la poderosa y reservada familia con la que solo había soñado

onido agudo y de pánico que atravesó el silencio atónito de la coci

emente fuerte. Demasiado fuerte. El teléfono, ya roto, se me escapó de los dedos de nuevo. Esta

se doblaron. Me dejé caer al suelo frío. La dura y fría realidad de las palabras de la Licenciada Thorne se estrelló s

i herencia. Mi linaje. Me había tomado por tonta. Un peón en su retorcido juego de ambición y obsesión. Cada palabra tierna. Ca

or crudo y ardiente. Me sentí vacía. Una marioneta con sus hilos cortados. Mi propósit

ho, sus ojos llenos de lo que yo pensaba que era adoración. "Tan perceptiva. Tan tale

imonio roto. Eran por la mujer inocente e ingenua que había sido. La mujer que había creído en

taba. Mi esperanza. Mis sueños. Mi

n un dolor sordo, me encontré navegando por las redes sociales. Una

llaba en su dedo. Mi anillo. El que me había dado. "Celebrando nuestros nuevos comienzos", decía el pie de foto. "Tan orgu

blicamente. Mi visión se nubló de nuevo. Se me revolvió el estómago. La ironía era un sabor

os. Esto era una ejecución pública. Un espectáculo cuid

Se abrió de golpe. Mis ojos se abrieron de golpe. La adre

de rabia, resonó desde l

ritaba que corriera. ¿Pero a dónde? Estaba atr

ilo, ahora eran pozos oscuros y tormentosos de furia. Me vio. De

. Su voz era baja, temblando de violencia reprimi

e. Mi voz plana. Sin vida. "Con tus me

te que dolía. "¡No te atrevas a hablarme así!", siseó. Su rostro a centím

ra su agarre. El recuerdo de mi brazo m

rzando mi cabeza hacia arriba. Sus ojos se clavaron en los míos. Ya n

e? ¿Arruinar todo lo que he construido con Kenia?", gruñó. Su a

n. No era una cosa. Pero su fuerza era abrumadora. Mis

as. Mis pies apenas tocaban el suelo. Mi corazón latía

os?", jadeé.

de mis muñecas. Dejé de luchar. Mi cuerpo se quedó flácido. Dejé que me arrastr

uero se sentían fríos contra mi piel. Me abrochó el cinturón. Luego ató mis manos con una ma

motor. El potente zumbido vibró a través del

í, Andrea?", gruñó. "

en la carretera. No le daría la satis

oz teñida de frustración. "Usualmente eres tan r

labras, Cooper? ¿Qué tal 'traición', 'engaño', 'fraude', 'mon

jo en silencio por un rato. Las luces de la ciudad pasaban borrosa

na clínica de lujo. Una fachada discreta y anónima. Se me heló la sangre. El ti

mor", murmuró. Su mano se extendió. Para acariciar mi cabello. Me aparté de un respingo. "No tenga

n mi brazo. Me condujo adentro. El olor estéril a antiséptico llenó mis fosas nasales.

n bata blanca, saludó a Cooper con un asen

a, esta es la Dra. Elena. Nos va a ayudar. Solo un pequeño... proc

ratamiento? Un pensamiento aterrador surgió. ¿Estaba.

Intenté alejarme. "Cooper, ¿qu

ora tenían un brillo extraño y desesperado. "Andrea, no hagas

familia? ¿Mi herencia?". Mi voz

esto. Nos necesita". Su mirada era intensa. Fanática. "Perdió tanto por

ro inoxidable. Mi cuerpo se sentía pesado. Mi resolución, un

quitectura de mi alma, Kenia. No solo le estaba constr

tra boda. Su sonrisa. Mis votos. Todo mentiras. La mujer que fui lo había amado. Desesperadamente

rré los ojos. Preparándome para el siguiente golp

ofriante, que esto era solo

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