img Luna Oscura  /  Capítulo 1 || LIBRO I || | 4.00%
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Historia
Luna Oscura

Luna Oscura

Autor: Eliana-aaa
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Capítulo 1 || LIBRO I ||

Palabras:3571    |    Actualizado en: 17/01/2022

con una hermosa bel

iciaban las rosas que adornaban y embellecían el lugar. Ni en los mejores sueños de la m

ese peso,

se acercaba a la mujer de vestido dorado se dio cuenta que ese sentimiento de nerviosismo seguía con él justo como el primer día que la observó entre l

rida?, todos te e

posa, que de inmediato se tensó mientras que su rost

, solo uno de ellos conocía la verdadera

esposa alzó la cabeza con una sonrisa hermo

... quería a

l rey recordando la actitud de su esposa h

ndo la mano de su esposo—, es sólo...

orque su esposo era reacio al tema y lo evitaba con tanta firmeza que la joven re

osa pues las cosas fuera del reino eran demasiado tensas y peligrosas. Temía que su esposa se

pasa,

incapaz de mirar esos ojos grisáceos por lo que volvió la vista a las

embar

☀️

l horizonte calentando

elo como si fueran cualquier persona y no los reyes de una nación, a

poseedora de una gran belleza. Su cabello era negro como la obsidiana, sus ojos al igual que los de su padre asemejaban el color de las nubes que acompaña

barro que tenía su vestido azul lleno de manchas y qu

sura contra la princesa. Además, pronosticaba ser bastante atractivo en el futuro con su cabello del color del chocolate recién prepara

e barro que tenía sus ropas llenas de suciedad

erpo temblaba. El rey se tensó solo de ver a su pequeña a punto de romper en llanto y la reina solo rió por lo bajo po

ón mientras se embarraba más la cara en lugar de

ayor lo que hizo que la princesa moviera su mano en un movimiento e

ríncipe que trataba de limpiarse la cara aunque tenía las m

ia es tram

a se riera y limpiará el rostro del prínc

🍁

n en el suelo bajo l

de chicos traviesos que se gastaban bromas de vez en cuando, cada uno tenía

sirvientes murmuraban cada vez que pasaban por el salón

ituaciones importantes con las naciones vecinas, ninguno de

ían movido junto a la chimenea a petición del príncipe. Su piel estaba pálida, sus labios rojiz

cos dónde de

mano de su boca para mirarlo con esa preocupación que

el llamado hac

os ojos cerrados y la frente cubierta de un sudor

ncipe fueron firmes y heladas—, cualquier maldito sirviente hu

surró la reina que fue

lgo de suavidad—. No deben tardar en llegar, al igu

soltará un bufido lleno de desesperación y frustración por no saber que tenía su

a la princesa sorprendida y casi asustada—, le importamos una mie

aius—respondió la princesa con dulce calma—. Padre solo hace lo qu

si estuvieran a punto de comenzar una batalla—, ¿De q

s para terminar la discusión pero ambos la ignoraron. La princesa se levantó de

ta su deber—aseguró la princesa con firmeza—. Mam

un paso en dirección a su hermana

contrar un maldito culpable la haga sentir mejor!,

paso y ella, de inmediato se sintió culpable. Su hermano estaba

ción pero él no tenía la culpa de lo que pasaba con

cándose a su hermano que solo miraba el suelo—. No podemos comenzar

ndo la mirada de los príncipes—, no había necesida

r fin su nerviosismo—, hace días que no eres ca

iempo dejaron de creer esa excusa de su

del largo sofá donde estaba acostada, obligándola a mantenerse acostada, to

Era idéntico a su madre de cabellos dorados al igual qu

el príncipe de nuevo tenso—, s

runciendo el ceño—, ¿Quién crees

za a su madre, el príncipe notó la intención en los grisáceos ojos de su hermana por l

os médicos afuera—

ndió la princesa con dulzura—. No sabemos qué tienes y Atlas

ó la reina mirando con dolor a s

y no había querido decirle a su hermano porque sentía que revelar aquel secr

la voz quebrada y los ojos llenos de l

nque su voz estaba aún más ahogada—son lo mejor que

sa que se apartó de su madre limpiando sus meji

olvidar lo mu

ar antes de salir del salón. Su hermano venía caminando junto con el equipo médico real, pero la

cio real. Lejo

❄️

nieve caían al cés

solía salir de la comodidad del palacio para recorrer el reino entero para acercarse más a su pueblo y a

ser posible porque lentamente la f

la princesa quien estaba tomando las riendas del reino aunque

lanes de una posible guerra y las medidas fronterizas que debían tomar por la amenaza constante. Todo eso e

a-

gaba con los dedos de la princesa logrando que esos ojos grisáce

a mirada de su hermano para no romper en llanto, como venía haciénd

ía con ella tarde o temprano. El príncipe y el rey se habían confinado con la reina en la habitación real para cuidar y v

r las puertas—informó el jo

para la labor que ella le había asignado, que había cambiado sus ropas y que ahora lucía más

algo de

enfermedad de la reina, su rostro había perdido vitalidad y aunque segu

sejero sacudiendo la cabeza con

a la n

pe. La princesa sintió más dolor en su pecho al escuchar el llanto de su peque

s escalones de llegar al piso de la habitación real, todo su cuerpo se congelo com

ejándose por el pasillo opuesto, su hermano con la espalda contra la pared mientras su cuerpo se sacudía

el corazón de la reina se había detenido. Supo qu

ica que lo hab

hermana, con las lágrimas que caían por sus mejillas y ese vacío que llenaba los oj

lejarse de cualquier persona a la que pudiera hacerle daño y, cuando su hermano se alej

orazón le latía con fuerza, que la respiración le fallaba y que un dolor tan inten

se

el calor de una mano sobre su hombro se movió arrastrándose sobre la nie

Nece

a. El consejero sabía que era lo que le pasaba a la princesa y que era exactamente lo que ella necesit

intió el

desapareciendo del palacio que acababa de f

🥀

se con hojas, la nieve estaba

nte la pérdida de la reina, más cuando, luego de eso una guerra estall

a que era quien se encargaba de mantener el reino en orden porque su consejero la arra

s frentes de batalla. La princesa no sabía de ellos por largas

y mucho menos tener otra reunión con los consejos. Hoy más que nunca el palacio estaba si

a otro, metiendo mano directamente a la tierra solamente para mantenerlo perfecto. Fue por eso que lo p

ió esa decisión

, Bas

vaba más que su vestido de pijama mientras ataba sentada en la ventana con su

o al ver que la princesa no decía ni u

¿

nte y fría de la princesa. Aunque a veces ella dejaba entrever todo lo que se guardaba, en general

Caius se encuentran en perfectas

lar a una corta risa vacía,

ue los acompañaba—el consejero no supo que responder y la pri

lmente el príncipe

iento rápido y rebosante de esa elegancia natural de la princesa. Los ojos

olver al

más sentía esa falta era el menor de los príncipes, que, rara vez

consejero de repente ne

ejero. Hasta donde le había informado el príncipe en una carta, tant

egociaciones?—preguntó la p

sus manos—, según los informes esas negociaciones solo si

a princesa obligó al consejero a mi

giro que había tenido la guerra y el sacrificio que tendría que hacer por los suyos.

cesa perdiera mucho más que s

�‍♀

s a Khelvan, tierra de mag

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