img Separadoss por el amor y unidos por el odio  /  Capítulo 4 La lucha de Samara | 23.53%
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Historia

Capítulo 4 La lucha de Samara

Palabras:1233    |    Actualizado en: 25/02/2022

si como adivinar los hechos. Observa el tirón de las manos, la mirada, la reacción, los ojos llorosos... todo. Todo es señal de que hay una herida en el alma y que estaba

sus telas y adornos para luego c

nía un propósito, a

o por soberbia. Ella no tiene miedo, realmente acusa a la gente, realmente determina y no tiene empatía si las noticias no so

s manos de una doncella no tan humilde, de inmediato fue con

esitaría ni cartas ni tus líneas de mano! Eres la amante del marido de esa tonta de all

obablemente por escuchar una verdad que a ningún amante le gusta escuchar,

jer marginada todavía viene a d

y la sirvienta le dio una bofetada en la cara que ya ahí se convirt

que parecían nada más que dos animales en su lucha por el territorio. Despeinados y torpes con sus ropas desaliñadas. Esa situación ciertamente no rep

automáticamente al puente cuando escu

ca de barbarie lo que realm

as y ya con lanzas en mano separando a la población

as se acercó con su arrogancia de autoridad de l

s brujas reb

o Yago y los demás gitanos lo agarraron por el hombro como

o podía y no debía reacci

e espantarlos lejos de aquí. ¡El Rey no te quiere y

as, después de todo, rodeado de varios guardias, es f

echos. Al rey Carlos realmente no le gustan los gitanos. Y todos viv

eparan y todo se queda en el pueblo como si

perada del año para ganar algo de d

ención en una pelea de ego. Boris segu

car a Samara. Este es el momento en que

taburete con piel de animal como forro. Como si est

os. Quiero todo el dinero que recaudaste. ¡Dame aquí ahora! Tu pa

ra recibir lo que había ganado. Samara ni siquiera se atreve a mirar hacia

as con pesar. Y Bori

s. Es una joven inteligente. Pero, como todo clan, t

s, chismes e intrigas entre todos en el grupo.

de ganas de llamar la atención, pero el hecho de que sus actitu

el mundo acabara allí. Pero, su llanto parece detenerse instantáneamente cuand

n los ojos fijos en la caja. Termina de levantar la toal

lado en la madera y poco a poco se abre como si

dentro, D. Alba entra en la tienda ya con la olla de

su olla incluso cae al suelo y corre a quitársela de

grito amena

s, nunca más, o te daré la pa

icción de que realmente no fue su día. Y ese algo esta

amara, en sí misma, ya era

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