EF
ellas, pareciendo un océano sin fin. No corría viento; las velas estaban quietas y la bandera no ondeaba. Catherine miró hacia arriba y se deleitó con ese gran pa
asma del pacífico” era la nave más veloz de todas,
re. Los había abandonado a ella y a su padre muchas lunas atrás. Pero nada de eso im
ndulaciones en el agua. Seguramente debía tratarse de a
a dueña de este barco —co
a reina
odos estos buenos para na
a comandar a la tripulación, elevar velas y navegar por todo el mun
ERA
1: MEMORI
gosto d
placentero. Gime una vez más con fuerza mientras él sujeta con firmeza sus caderas. Sus cuerpos desnudos y jadeantes se mueven en un vaivén de sensaciones delirantes. Ella siente una o
oviendo debido al mecer del barco, el pirata a su lado la mira con deleite y se relame los labios. Todav
Ya se escucha el canto de algunas gaviotas a lo lejos buscando alimento. Ambos saben que p
na sábana y se cubre de forma escueta con ella. Con sus ojos puestos en él no puede dejar de pensar en cómo es
tonces ella le da
a con las mejil
rra la cara en la cama, que no es demas
—contesta ella lueg
en con una mirada traviesa. Sus dedos le recorren la es
a, no tendremos energía
ro también es la más fiera pirata de los mares del norte. Ella y su tripulación lideran el g
corona de Regoria. Ahora estaban navegando de vuelta a Queen Bay, porque les habían pasado el dato de que llegaría un cargamento con plata y ron a las co
a apoderarse de él. Cierra los ojos y sus enormes pestañas los cubren de inmediato. C
la cama con él. Se echa a reír de su propia estupidez. Hace uno
que es la capitana del gran fantasma del pacífico. Su padre le había heredado el navío poco antes de decidir que ya era mom
mente comienza a divagar, recordando aquellos meses atrá
de 1745 (sei
pezó en primer lugar. Se encuentra en un bar del puerto en la isla de Birronto. El lugar apesta a alcohol. Hay un pobre tipo que toca la melodía de una guitarra sin que se llegue a escuchar dem
otella más de ron y ya ni se ocupa de rel
le dice Heinrik con
ntras hipa. A Heinrik se le hace muy gracioso verla en es
de beber me veré en la obligació
do órdenes a tu capi
se pone así, no hay quien
rimera vez como la capitana oficial. —Inten
de la taberna, donde hay varios de sus hombres tendidos en el suelo. De no ser po
razos y se levanta dispuesto a irse—.
mirar atrás. Es inútil tratar d
e en la silla de madera alta sobre la que está sentada, y le da un vistazo a aquel lugar. La luz tenue de las
a su alrededor. Comienza a pensar que tal v
que lo ve. Desde que está ahí hace tres días el hombre también había estado, y no parab
el pirata. Y ella está segura de que es un pir
asta detenerse en su rostro. Un perfecto y definido rostro que le da una gran sonrisa de regalo. Para su sorpresa, tiene unos dientes en buen estado, cejas pobladas; que le dan una profundidad a su mirada como un océano en una noche sin estrellas. Y, por último, esos ojos, negros e intensos. No hay duda de que el
do que continúe la ridícula frase que seguro
vestido. —La pelirroja quiere ahogar una risita. La verdad es que es una frase ingen
jor que se te
l pirata expide un aroma dulce y eso la embriaga. Nunca había olido a na
odo buscar algún encuentro con él, pero algo en su vestimenta le llama la atención. Los
ue habrá más en algún lado. Tal vez pueda
ragos para que traiga otra botella. Se pone cómodo en la silla junto a Catheri
bella dama? —pregunta
Riley, ¿y
damente. A lo mejor es porque está muy borracha, pero Arden se le hace increíblemente atractivo, y de pronto las ganas de jugar
e había visto p
o ha subido un cuarto más hacia arriba, y
e que
res del este. Soy d
padre le decía que aquellos otros lugares eran territorio de otros pirat
cá? —Su curiosidad pued
oza el inicio de la entrepierna de Catherine. De forma casi automática ella abre las piernas un poco más. Él interpreta eso co
s cómo quitarías m
puja la puerta mientras busca los labios de Catherine. Ambos intentan deshacerse de sus ropajes. La pelirroja desliza sus manos por los hombros del pirata, y si
ectan y ella siente que lo conoce de toda la vida. Su respiración jadeante se mezcla con la de él, Arden no parece como cualquier otro hombre con el que ha estado an
se buscan con desesperación, Catherine entierra sus dedos en la espalda del pirata cuando lo siente por completo en su interior. Los movimientos ondulantes de sus caderas la llevan a la cima del éxtas
ga dormida al lado de ese descono
ol en el horizonte parece que ha sido bastante tiempo. Todavía está desnuda; busca a tientas al hombre con el
ido y se ajusta el corsé, verifica en el bolsillo oculto entre su falda que la joya siga ahí. La saca y admira la redonda cosa que parece una moneda con un agujerito en la parte de a
espués de todo, es típico que siempre
o deja de gritarle que es una ramera y ladrona. En otra ocasión tal vez le hubiera c
stá buscando —pronuncia e
miento de marineros y mercantes. Los barcos empiezan a llegar de
herine, quien mataría por un trago de ron en
ncuentra. Está segura de que lo había dejado atado en el muelle en dirección norte,
un desquiciado hacia ella, se sostiene el sombrero con una m
pasa,
ho sube y baja por la excitación de haber corri
e estaba segura que había dejado el barco—. ¡Maldita sea!
hecho esto? —qui
un papel en su lugar. El viento baila el papelillo de un lado a otro, así que lo suje
e dejado engañar. Ella le quitó un simple pendiente, él se ha robado su bien más preciado. Catherine aprieta los
sas palabras; ella no tendrá piedad contra el imbéci
lpeando contra la madera mojada, que cruje a su paso como
sto de la tripulac
la taberna esp
úa caminando a paso acelerado mientras se abre paso entre la gente. Algunos la mir
¡Espere, m
hora? —grita el
co, para empezar ni siquiera sabe dónde está
reanuda el paso, pero el contramaestre la sujeta del brazo. Ella voltea y sus inten
de con ellos, pero, aun así, ¿cómo va
después lo haré dormir con los peces
o, es posible que el navío esté demasiado lejos. El fantasma del pacífico es el barco más veloz, alcanza unos diez nudos en su mejor momento, y si el
ien tuvo que haberlos visto en la madrugada antes de sa
llo se ha ido. Dos grandes mechones de pelo lo flanquean a cada lado de su cabeza, una gran cicatriz recorre su cara en forma diagonal, pasa por su ojo
rle un bote de vela?
ue es una criatura. Le da una sonrisa de medio lado que
toda tu vida
ro en el mostrador del viejo. El hombre la
el que
ancias normales, jamás podría darle alcance, sin embargo, no piensa rendirse ante nada. Vuelve de
ntos. Friega con insistencia una cubeta que a todas luces se ve que; sin impor
aunque no lo conozcas—. ¿Ha visto hacia dónde se fue el barco qu
on ese sujeto, respira con frustración y se aleja de él. Avanza hasta el espacio vacío donde no
a la mirada de encima, a pesar de que está con la cabeza gacha. Tiene un cerillo entre los dientes y los brazos cru
determinació
a dónde se f
lo