gosto d
había conocido a Arden. Aún le costaba creer cómo había sido el desen
alado su padre; también se calza el tahalí donde enfunda sus dos pistolas de pólvora; encima, un chaleco de cuero marrón, y en la cintura, el correaje para portar una espada larga y curvada; y un cuchillo. Nunca sale sin
los tres serían una familia feliz, pero ahora sabía muy bien que eso no ocurriría, y lo único que pued
do en la cama y duerme tan plácido como si estuv
reído en su cara, y de paso, le hubiera escupido también. Los recuerdos de esos meses amenazan con reto
la Queen Bay en poco más de una hora. Catherine sabe que es un botín demasiado irresistible como para negarse a atracarlo. Algo así le solventaría l
volvería al mar, porque estar ahí es lo que
nejando a una velocidad lenta. Catherine arruga los ojos debido a la luz del sol que da de frente en su pálido rostro. El viento está en c
a gente aquí?
se acerca al timón redondo y pasa sus dedos por él. Desde la popa puede tener una vista completa de su gran navío. El fantasma del pacífico se ha gana
e no tiene que arrugar la vista para mirar al frente. Los marineros empiezan a salir de la galera. Cada uno de ellos tiene una función esp
suyo y se dispersan en la nave. B
que tomar —le dice. Señala el camino en
¿los alcanzaremos ante
ar ahora. Si el dato que nos dieron es real, deb
ien —a
erística del gremio de piratas del norte. Catherine observa las vel
jo. Otro de los marineros ejecuta la orden y el barco comienza a cortar las ola
me despertast
ómodo —responde
ellos dos hay una relación, así que ignoran por completo la escena. Además, si Catherine ve o escucha a alguno haciendo alguna broma
nos por los hombros de Catherine hasta alcanzar sus manos. Ambos manejan el timón mientras el riega unos cuantos besos h
sliza descaradamente su mano por la entrepierna de la chica. Da un res
ré ganas de t
ripulación —mascu
a ella todo lo que el espacio le permite. Sus labios se rozan, la respiración de la pelirroja es acelerada y agitada. Ese hombre la pone demasiado caliente. Llev
mer oficial detrás de ellos. Ambos se se
ucede H
mos por
bserva desde el horizonte. Se ven diminutas, pero a medida que
s había dado un corsario en las islas Birronto. Sin embargo, solo el
e el muy idiota había decidido enviar el cargamento sin ninguna protección especial. No podí
ancla ahí mientras esperan el paso del barco. Desde esa posición no
dar al otro barco cuando llegue. Les daremo
! —responde a co
allas, no de
partes favoritas de Catherine, aunque le molesta pensar que proba
armado. Lleva dos espadas largas en las manos, u
a? —bromea ella mientras
sí, nunca e
vista! —gri
s anclas y suelten las velas! ¡Hoy es un
ya se puede ver el barco del rey Julius III, con sus enormes velas blancas y la bandera de Queen Bay. Un rectángulo con una gran cruz en medio que divide en cuatro secciones la bandera; representando a los cuatro mare
os piratas no es esa. Cualquiera que viera al fantasma del pacífico sabría que está frente a un barco de cors
ra este punto, ella sabe que ellos ya se han dado cuenta de que los está
Cooke y se para en medio del barco en dirección a babor. Los m
rdena la capit
reción a cualquier hombre del otro barco. Sus hombres hacen
el sonido ensordecedor de las pistolas y escopetas reventando contra la madera, y algunas veces contra alguna persona despreveni
pasa un par de segundos de silencio y luego suena otro estruendo d
ara llegar a Catherine. Ella lo mira y por un segundo, dud
porque el ensordecedor sonido de los cañones y las pistolas no deja escuch
la —asegura y so
un viento fresco. La pólvora quemada y los disparos han dejado una espe
Del otro lado no atacan. Es más, n
pie y evalúa la situación. El humo empiez
algo raro está
atado a todos ya —agrega Wyler
ar. Cooke, acerca el b
gura? —pre
gura de sí, pero tiene un presentimiento de que algo extraño va a pasar. Voltea a ver a sus hombres, hay
te último lo había conseguido en aquel enfrentamiento con Arden cuando lo conoció por primera vez.
ada. Los marinos que quedan de pie se pasan al otro lado de prisa. Catherine los sigue de cerca. Salta al interior del barc
de atacar. Es obvio que no pudieron irse, así como así. Corre al babor de la nave para ver si es que han escapado en bote hacia
—pregunta Ard
n el botín. ¡Revisen la nave
ro gallina escondido entre el escritorio, mas, no hay nadie en ese lugar tampoco. El suelo está lleno de papeles que
e aquí —dice Arden con la voz tembl
n también se había pasado al barc
demasiado como para que se hunda tan rápido. Hay cinco barriles sellados y dispuestos en la esquina. Y están seguros de q
co? —renie
aber más —as
er, dile a los demás que vengan por
abrirlos tan fácilmente. Saca su cuchillo y lo usa para hacer palanca y destapar el barril, cuando de pronto escucha un golpe
sombras detrás de los barriles y la sujeta por el cuello. La amenaza con un arma de
ldito! —grita
l, logra someterlo y lo sujeta fuertemente con los brazos en la espalda. Él intenta za
se muera tu amigo —amenaz
darla, pero pasa el tiempo y nadie entra. Sus oj
que vengan por t
rrático, ha caído en una trampa y ahora no ti
o con ella están tendidos en el piso. La sangre mana de sus cuerpos sin parar. Están muertos, y rodeados por un montón de hombre
an caído, y se han alejado un poco. Seguramente
tipo parece importarle muy poco. La empuja contra el mástil central del barco y
de ellos como si estuviera evaluando a su presa. Catherine ahoga un suspiro cuando lo ve. El hombre es de una be
recio. No puede dejarse encandila
Bay, y tu peor pesadilla —a