"¡Suficiente! ¡Renuncio!", lo interrumpió Rosalynn.
Dado que ya había pedido el divorcio, no quería tener nada que ver con Brian.
"Me temo que eso no es posible, querida. Brian sabe que tú eres Rose, y tenemos un contrato firmado. Estás obligada a trabajar en el estudio durante los próximos cinco años", soltó Keegan en tono de disculpa. "Lo que todavía no sabe es que eres su esposa".
Boquiabierta, la chica reclamó: "¿Cómo te atreviste a tomar esa decisión por mí?".
"Oye, sabes muy bien qué tipo de persona es Brian. ¿Querías que lo desafiara?", se excusó Keegan.
En ese momento, Rosalynn tuvo que luchar contra el impulso de irrumpir donde él estaba para golpearlo.
"Sabes que tengo un corazón blando, ¿verdad?".
Ella y Keegan habían crecido juntos, y él siempre estuvo ahí para defenderla.
En realidad, su relación trascendía a la de simples socios comerciales; eran un poco más que amigos, como hermanos.
"Rosalynn, la reunión está por comenzar", la llamó un colega detrás de ella.
Colgando la llamada, la chica suspiró profundo sabiendo que al menos por ahora no tenía más remedio que seguirles la corriente.
Una vez que todo el personal estuvo reunido, apareció Brian.
Y tan pronto como se instaló en la cabecera de la larga mesa, un tenso silencio se apoderó de la habitación.
Por su parte, Rosalynn agachó la cabeza al sentir que los latidos de su corazón se aceleraban.
Brian definitivamente no tenía idea de que ella era su esposa. ¿Pero sabía que ella era la mujer con la que había tenido relaciones sexuales aquella noche?
Aparte de eso, ella lo había enfrentado el día anterior durante ese terrible encuentro, así que el hombre debía estar ansioso por vengarse.
Aun en silencio, Brian recorrió el salón con la mirada hasta detenerse en Rosalynn, y declaró:
"La reunión comienza ahora".
Esa era la señal para que Edwin interviniera.
"Hola a todos, mi nombre es Edwin Byrd, y soy el asistente del señor Hughes. Como algunos ya saben, a partir de hoy, S.W Estudio pasará a formar parte del Grupo Hughes, y...".
Mientras Edwin hablaba, Rosalynn mantuvo la mirada en el suelo. Según lo dicho, las operaciones continuarían como siempre y sus salarios aumentarían de acuerdo con las políticas del Grupo Hughes.
Ella sabía que Brian era multimillonario, pero, ¿por qué derrocharía quinientos millones de dólares solo para comprar su estudio?
"Bien, como nuevos miembros de la compañía, su primer proyecto será la decoración del Centro de Tecnología. La señorita Rosalynn Fuller se hará cargo de la operación".
Sorprendida, Rosalynn volvió en sí y preguntó: "¿Yo?".
"Sí", respondió Edwin sin pestañear.
"¿Esto es un error o algo? ¿Por qué están poniendo a Rosalynn al frente de este proyecto? Ella es solo una asistente de diseñador", reclamó Giselle Powell, la directora del departamento de diseño.
Sin responder, Edwin miró a Brian, esperando sus indicaciones.
Este, por su parte, dirigió su mirada hacia Rosalynn.
"Keegan me ha recomendado específicamente a Rosalynn. Dice que ella es una genio en el mundo del diseño. ¿Por qué lo preguntas? ¿Tienes algún problema con que ella se haga cargo del proyecto?".
"Pero...".
"¿Pero qué? ¿Estás cuestionando mi decisión?", la interrumpió Brian alzando una ceja.
Aterrorizada, Giselle cerró la boca y apartó la mirada.
"¿Alguien más tiene algo que decir? Si no hay más preguntas, se levanta esta reunión".
Dicho eso, Brian se puso de pie para decirle a Rosalynn: "Ven a mi oficina".
Anonadada, la chica no podía creerse que él la acabara de convertir en la enemiga pública número uno en su lugar de trabajo.
¿Lo estaba haciendo a propósito?
Apretando los dientes, Rosalynn recogió sus cosas y caminó hacia la oficina de Brian bajo las miradas envidiosas de los demás.