"¿Qué les dijiste?", preguntó Rhonda cuando Eliam se subió al auto.
"Nada, le pregunté a un amigo sobre la situación".
"¿Le pediste a la policía que los trajera aquí?". Rhonda señaló a la familia que acababa de entrar a la comisaría.
"¿Quiénes son?".
"Es la familia que alquiló mi apartamento".
"Oh, tal vez llamaron a la policía después de que fuiste. Quizás vinieron para averiguar quién era el dueño".
La explicación de Eliam se escuchaba razonable, así que ella no lo cuestionó más.
Cuando llegaron a casa, Rhonda recibió una llamada de la policía para informarle que la familia había accedido a mudarse de su apartamento en tres días.
Ella no podía creerlo.
Al principio, la policía no había aceptado ayudarla, así que no sabía desde cuándo se volvieron tan eficientes.
Le contó con alegría las buenas noticias a Eliam, quien estaba mirando su teléfono en el sofá.
Ni siquiera se molestó en alzar la cabeza. Solo asintió distraídamente mientras seguía mirando su teléfono.
Rhonda aprovechó para preguntarle cuándo podría prestarle los quinientos mil dólares.
Eliam dejó su teléfono y la miró.