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Historia

Capítulo 3 Mudanza

Palabras:1400    |    Actualizado en: 16/05/2023

Dado que Cristina estaba parada de espaldas a la puerta, no había visto entrar a Rhonda.

"Sedujo a un profesor cuando estaba en la escuela", dijo emocionada. "Es más, me dijeron que él fue el que le redactó la tesis".

"Es posible, ¿no? ¡Después de todo, ella es muy bonita!", dijo la recepcionista con celos.

"Claro, se sabe atractiva y seduce a los hombres para que hagan las cosas por ella", se burló Cristina.

"Ese es su 'talento'. Escuché que su novio es un sujeto bastante guapo. ¿Él también es su compañero de clase?".

"Bueno, Santino es mi novio ahora", replicó Cristina, inflando el pecho con orgullo.

"¡Guau! ¿Cuando pasó eso?", preguntó la recepcionista, aplaudiendo con entusiasmo. "¿Eso quiere decir que dejó a Rhonda?".

"Vaya, ¿te alegra tanto saber que me dejaron?". Al escuchar esa voz, las otras dos retrocedieron en estado de conmoción.

"¡Dios mío, Rhonda! ¿Me quieres matar de un susto?", exclamó Cristina.

"Mira, en lugar de perder el tiempo chismorreando sobre mí, mejor ayuda a Santino a enviar su currículum a diferentes empresas. A fin de cuentas, no puedes mantenerlo con tu salario".

Si bien ellas eran compañeras de clase, Rhonda se había convertido en una exitosa gerente financiera hacía varios años, mientras que Cristina todavía era cajera. Por lo tanto, Rhonda ganaba mucho más dinero.

Aun así, la chica tenía otros dos trabajos de medio tiempo. Unos días repartía volantes en la calle, y los fines de semana trabajaba como modelo para una empresa de publicidad. Rhonda trabajaba muy duro porque Santino era un derrochador. El joven no tenía una fuente de ingresos fija, pero gastaba dinero como loco. Se pasaba el día jugando videojuegos, compraba artículos de lujo, y todas las noches se iba a festejar a un bar.

De todos modos, Rhonda no quería recordarle eso a Cristina porque esta última consideraba a Santino un santo tesoro.

Sin embargo, el sarcasmo de Rhonda hizo que Cristina asumiera que estaba celosa.

"No te preocupes por eso", le sonrió con suficiencia. "La Corporación Sloan lo llamó para una entrevista. ¿Has oído hablar de esa compañía? Es una de las más importantes del país, y ofrecen un sueldo de cincuenta mil dólares al mes. ¡Jajaja! ¿Cómo te quedó el ojo?".

"¡Ay, por favor, madura!", espetó Rhonda regresando a su oficina.

Acto seguido, su mirada se posó en las facturas apiladas en su escritorio, y le preguntó a su asistente:

"¿Esto no es trabajo de los cajeros? ¿Qué se supone que debo hacer yo?".

"El señor Marshall dijo que Cristina no se ha sentido bien últimamente y pidió que lo hicieras por ella", respondió el asistente.

"¿Qué? ¿Por qué? ¿Quién diablos es ella?", se quejó Rhonda, tirando con enojo la carpeta que tenía en la mano, provocando que las facturas se esparcieran por todo el piso.

Lo peor era que esa no era la primera vez que algo así sucedía, el asunto era que Rhonda nunca antes se había dado cuenta de lo astuta que podía ser Cristina. De hecho, ahora se sentía estúpida por alguna vez haberla considerado su mejor amiga.

Ese día, la pobre Rhonda ni siquiera había tenido tiempo de almorzar.

Y por la noche, cuando llegó a casa, cenó fideos instantáneos antes de hacer una videollamada con su abuela, Nora Horton. Nora no sabía que tenía cáncer, y Rhonda tampoco se lo mencionó. Solo le había pedido a su abuela que cooperara con el tratamiento y que no se preocupara por el costo de la operación porque ya ella lo había arreglado todo.

Por supuesto, la anciana entendía que su nieta era una mujer muy ocupada, por lo que siempre le decía que se relajara un poco.

Rhonda quería contarle a Nora sobre su repentino matrimonio, pero finalmente decidió no hacerlo.

A la mañana siguiente, la joven se despertó con fiebre, le dolía todo el cuerpo, y se tomó el día libre en el trabajo.

Llegado el mediodía, sabiendo que tenía que mudarse a la residencia de la familia Sloan, comenzó a empacar sus pertenencias.

Era pertinente mencionar que la idea de dormir en la misma cama con un extraño la tenía aterrada.

De todas maneras, agarró su maleta y se dirigió a la dirección que le había enviado Eliam.

No. 88 de calle Euston. Este lugar estaba ubicado en un antiguo barrio residencial, en una zona estrecha. Allí, se podían ver bicicletas, triciclos eléctricos y trastos viejos alineados a ambos lados de la calle.

Arrastrando su maleta con un caminar pesado, Rhonda le preguntó a alguien dónde estaba la casa No. 88 porque no podía encontrarla.

Sentía que había perdido el rumbo.

Cuanto más se adentraba en la comunidad, el camino la conducía a un entorno mucho más elegante, incluso se podían ver garajes privados y autos de lujo.

No obstante, seguía sin encontrar la casa No. 88. Les había preguntado a varias personas en el camino, y todas le dijeron que siguiera caminando.

Casi al final de la calle, decidió llamar a Eliam, pero su teléfono parecía estar apagado.

Ansiosa, enojada, e impotente, Rhonda no podía entender qué le pasaba.

Eliam le había pedido que se mudara esa misma noche sin siquiera ofrecerse a recogerla. A ella no le había importado eso, pero ahora estaba perdida y enojada con él por no contestar sus llamadas.

En medio de un callejón sin salida, la cabeza de la chica comenzó a dar vueltas, por lo que se agachó en los escalones de piedra al lado del césped de una mansión. Pasado un largo rato, los faros de un auto iluminaron la calle y se detuvo un par de metros delante de ella.

Al alzar la vista, Rhonda vio a Eliam salir del auto.

Con eso, trató de ponerse de pie, pero sus piernas se habían entumecido y se tambaleó hacia adelante.

Por suerte, Eliam la sostuvo con sus fuertes brazos.

"Gracias", dijo ella con timidez.

"¿Qué haces aquí afuera? ¿Por qué no entraste?".

"No sé qué casa es la número 88".

"¿Fuiste tú la que me llamó hace rato?". El teléfono de Eliam había estado sonando sin parar justo cuando se encontraba en una reunión con los altos ejecutivos, razón por la cual lo terminó apagando.

"Sí, ¿por qué no me contestaste?". Rhonda estaba un poco enojada porque sentía que él se estaba haciendo el tonto.

"Entremos, ¿sí?", dijo él sin molestarse en explicar. En ese instante los ojos de Rhonda se agrandaron. Luego, apartando las ramas que cubrían la enorme puerta, finalmente vio la placa con el número 88.

Al abrir, rápidamente una mujer de unos cincuenta años salió de la casa.

"Maggie, ¿el abuelo está dormido?".

"Todavía no. ¡Está esperándolos!".

Entrando, Eliam no se dio cuenta de que Rhonda estaba luchando por arrastrar su maleta.

Las escaleras eran un poco altas y ella apenas podía dar un paso, a pesar de usar todas sus fuerzas.

De pronto, miró hacia arriba al sentir que su peso se aliviaba, y vio que Eliam se la quitaba de encima. Estaba un poco conmovida con esa acción porque Santino jamás la había ayudado en nada.

Ni cuando se mudaron al departamento la última vez Santino movió un dedo para algo. Al contrario, se quejó de que ella no había limpiado el apartamento mientras él jugaba videojuegos. Incluso le pidió que le ordenara comida.

"¿Por qué no entras?".

El tono de molestia de Eliam había interrumpido el tren de pensamientos de Rhonda, que asintió y lo siguió al patio.

Aunque el patio no era tan grande, estaba limpio y bastante ordenado.

"¡Ay!", aulló Rhonda de dolor al tropezar con una piedra que casi la hace caer al suelo.

Al ver que el chico se daba la vuelta con el ceño fruncido, ella agitó la mano con torpeza, diciendo: "Estoy bien...".

Mirando la piedra en el suelo, Eliam se acercó y la apartó de una patada, para tenderle la mano a Rhonda.

Las venas de su antebrazo parecían sobresalir, y los callos en su palma revelaban que hacía mucho ejercicio.

Lanzándole una mirada indecisa, la chica no parecía tener idea de lo que él estaba haciendo.

Por su parte, Eliam hizo una mueca y la tomó de la mano, provocando que el corazón de la mujer se acelerara. Hasta el pelo de la nuca se le erizó.

Ajeno a ello, Eliam le entregó la maleta a Maggie, y luego llevó a Rhonda a la habitación de su abuelo.

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Contenido
Capítulo 1 Soy la dueña de este apartamento Capítulo 2 Matrimonio repentino Capítulo 3 Mudanza Capítulo 4 Richard Capítulo 5 La astucia de la sirvienta Capítulo 6 Santino y su nuevo empleo
Capítulo 7 Fideos para cenar
Capítulo 8 Buscar a Santino
Capítulo 9 El apartamento de Rhonda
Capítulo 10 El pasado de Robert
Capítulo 11 Reunión en la estación de policía
Capítulo 12 Sus padres
Capítulo 13 Lesionado
Capítulo 14 Cumpleaños
Capítulo 15 Me estás seduciendo
Capítulo 16 Encontrarse con su ex en el centro comercial
Capítulo 17 Un accidente inesperado
Capítulo 18 Aumento de sueldo
Capítulo 19 La fotografía
Capítulo 20 Negligencia
Capítulo 21 La marca de lápiz labial en el cuello
Capítulo 22 El doctor Coyle está llamando
Capítulo 23 El plan de Cristina
Capítulo 24 Llama a la policía
Capítulo 25 Otro choque automovilístico
Capítulo 26 Una invitada inesperada
Capítulo 27 Evidencia irrefutable
Capítulo 28 La verdad sale a la luz
Capítulo 29 El regreso de la tía de Eliam
Capítulo 30 Causar problemas
Capítulo 31 La audición inicial
Capítulo 32 Un regalo para Eliam
Capítulo 33 Un trato
Capítulo 34 Eres increíble
Capítulo 35 Prima Ingrid
Capítulo 36 Al extranjero con Richard
Capítulo 37 El héroe
Capítulo 38 Fiebre
Capítulo 39 Los problemas causados por un ramo de rosas
Capítulo 40 Encuesta
Capítulo 41 Sacrificar esta oportunidad por Diana
Capítulo 42 El enojo de Rhonda
Capítulo 43 El astuto Eliam
Capítulo 44 Pelea entre padre e hijo
Capítulo 45 Sorprendió a todos
Capítulo 46 Embajadora de la marca
Capítulo 47 La máscara de zorro
Capítulo 48 Una noche con un desconocido
Capítulo 49 Encuentro inesperado con Santino
Capítulo 50 Tener un bebé
Capítulo 51 Visitar a Nora
Capítulo 52 Los parientes de Rhonda
Capítulo 53 Leonard es lastimado
Capítulo 54 La mentira de Eliam
Capítulo 55 Los sospechosos
Capítulo 56 Encuentro con Santino
Capítulo 57 Mensajes de Sloiam
Capítulo 58 La arrogante Tess
Capítulo 59 La provocación de Diana
Capítulo 60 Un accidente durante el rodaje
Capítulo 61 El truco de Diana
Capítulo 62 Una sorpresa repentina
Capítulo 63 Devuélvemelo
Capítulo 64 La desaparición de Leonard
Capítulo 65 El abrazo de Eliam
Capítulo 66 Richard es hospitalizado
Capítulo 67 Enfermarse
Capítulo 68 Te prometo todo
Capítulo 69 Informar al abogado
Capítulo 70 Quién es ese hombre
Capítulo 71 El trato de Diana
Capítulo 72 Pelea
Capítulo 73 Mostrar sus verdaderos colores
Capítulo 74 Competencia abierta
Capítulo 75 La verdad
Capítulo 76 Tengo hambre
Capítulo 77 Cristina es liberada
Capítulo 78 Lo siento, Eliam
Capítulo 79 Rehusar la mediación
Capítulo 80 Me enamoré de ti
Capítulo 81 Rumores
Capítulo 82 Si te hace feliz
Capítulo 83 Aviso de despido
Capítulo 84 Pillado en la cama con una prostituta
Capítulo 85 Michelle ha sido arrestada
Capítulo 86 Quiero hablar contigo a solas
Capítulo 87 Llevar a Diana a casa
Capítulo 88 De vuelta a su puesto
Capítulo 89 Ver a Steven de nuevo
Capítulo 90 El orfanato
Capítulo 91 Orden
Capítulo 92 Hacer el ridículo
Capítulo 93 Estar fuera por negocios
Capítulo 94 Los tíos
Capítulo 95 Elegir un cementerio
Capítulo 96 Banquete de agradecimiento
Capítulo 97 Señora Coyle
Capítulo 98 La renuncia de Fiona
Capítulo 99 Queja
Capítulo 100 Compartir la desgracia
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